sábado, 21 de diciembre de 2019

Brotes verdes


Hoy he soñado con él. Una pesadilla. Volvía a estar con él, volvíamos a estar juntos. No recuerdo si consigo escapar o qué es lo que hago, pero dejo de estar con él.

Justo ayer le eché de menos, o más bien, sentí en algún lugar de mi dolorido cuerpo que quizás no estaría de más estar con alguien tan despreciable como él en vez de pasar sola las navidades.

A pesar de la intensidad de la noche debido a las pesadillas, me he despertado con la mente clara y contenta de despertarme sola en mi cama, sola en mi propia casa.

A veces pienso en él y me entra una sensación de ahogo, como si estuviera de nuevo presionando en mi garganta con sus manos, cortándome la respiración, dándome tortazos, tirándome del pelo o violándome. 

Estuve con él sin saber del todo dónde me estaba metiendo, no quería darle la razón a lo que mi instinto me estaba diciendo. Cuando me di cuenta estaba metida en un pozo hasta el fondo. Por suerte salí, y decidí que no iba a volver.

Estuve con él porque sentía que me protegía de mi familia, que tenía a un varón cubriendo mis espaldas, que me defendía de la negación del incesto.

Y lo que hice con él fue repetir de nuevo un patrón, la historia de mi vida.

Aunque sea Navidad, aunque mi familia me tome por loca y mentirosa, aunque siga dolida por el maltrato tan reciente de mi expareja, me siento más viva que nunca.



domingo, 1 de julio de 2018

Incesto intermitente


Dolor en las articulaciones. Pesadillas. Cansancio en los ojos. Dolor muscular. Un nudo en el estómago. Palpitaciones. Llorar a diario. Miedo. Tristeza. Desamparo. Autolesiones.

Paro. Una cuenta corriente que no para de bajar. Dependencia económica familiar. Replantearte volver a la prostitución. Escapar del hogar.

No te creen. Te culpabilizan. Tener que convivir con ellos.

Una vida victimizada, un círculo que se retroalimenta y que parece que nunca se acaba, que no se puede escapar.

Faltan cinco días para la boda. Me siento a escribir para desahogarme y soy incapaz de hilar varias palabras juntas. Bloqueo emocional. Disociación. Algunas secuelas vuelven, otras se intensifican y reaparecen por más tiempo.

Expediente académico brillante al finalizar el máster. Acabar con tus ahorros para titularte. Seguir sin trabajo. Replantearte volver a migrar.

Incesto intermitente. Parálisis y huida. 






I wanna turn those blue lights into strobe lights
Not blue flashing lights, maybe fairy lights
Those blue lights into strobe lights
Maybe even fairy lights, not blue flashing lights
Don't you run when you hear the sirens coming
When you hear the sirens coming you'd better not run
'Cause the sirens not coming for you
What have you done? You went to school that day
Was a bit late, but it wasn't Monday
Kept at the class for answering back
You apologized, then you were coming out
What have you done?
(Into strobe lights) There's no need to run 
(Not blue flashing lights)If you've done nothing wrong 
Blue lights should just pass you by (maybe even fairy lights)
Gun crime into your right and
Drugs and violence into your left
Before our headphones flooding 
The order into a subconscious waves you accept
You're sitting on the fall back home
(Where you're at G answer your phone?)
Pulls the poison to answer his message
Your voice sounds rush, fists for his adolescent
What have you done?
(Into strobe lights) There's no need to run 
(Not blue flashing lights) If you've done nothing wrong
Blue lights should just pass you by (maybe even fairy lights)
Tall black shadow as you're getting off the bush
Shadow shows no emotion, so what's even the fuzz?
But the face saw you boy cause a darker picture
Of the red handed actees gonna whisper
No blood, I'm sorry 'cause I know you got my back
He was running, I couldn't think I had to get out of there
Not long ago, you and ? into the shook ones
Now what's really is part two, 'cause you're the shook one
Hands you the tool as you question your friendship
Has man like you gonna make me a convict?
Never never felt, when I've done nothing wrong
Blood on my hands, but I don't know where it's from, oh
You got blood on your hands, but you don't know where it's from
You'd better run when you hear the sirens coming
When you hear the sirens coming
Better run when you hear the sirens coming 
'Cause they will be coming for you
Run when you hear the sirens coming
Better run when you hear the sirens coming
When you hear the sirens coming
The blue lights are coming for you
What have you done?
(Into strobe lights) There's no need to run 
(Not blue flashing lights) If you done nothing wrong
Blue lights should just pass you by hmm (maybe even fairy lights)
Run when you hear the sirens coming
Don't you run when you hear the sirens coming
Run when you hear the sirens coming
Don't you run when you hear the sirens coming
What have you done
Don't you run
Don't you run
Don't you run when you hear the sirens coming

martes, 12 de junio de 2018



Akhila descubre que le gusta estar sola. No tiene más dudas sobre cómos será su vida si vive sola. Podría no ser como ella la soñó, pero al menos habría hecho el esfuerzo por descubrirlo. Y tal vez eso sea todo lo que le tiene que pedir a la vida por ahora. Que se le permita probarla, experimentarla...
El vagón de las mujeres. Anita Nair




domingo, 1 de abril de 2018

Balsa perdida


Vulnerable
perdida y sola
Con miedo

En la inmensidad del océano
me hallo sola en una balsa
contemplando el mar en calma
atrapada en un horizonte infinito…

Cómo hacer frente al duelo
a lo que nunca se tuvo
Cómo agarrarse a la vida
cómo coser las heridas
si prendida en mi sombra
la muerte siempre conspira

Cómo quererse a una misma
si desde dentro de mis entrañas
huele a carne podrida

Y los demás me miran, me huelen,
me notan extraña…
Algunos hasta me temen

Desintegrada y perdida
Cómo agarrarse a la vida.

viernes, 16 de marzo de 2018

2:00 am


Es jueves, son las dos de la mañana. Salgo del metro, sin tabaco. Me dirijo a la gasolinera que está cerca de mi casa a comprar tabaco. No me aceptan la tarjeta. Bajo al cajero a sacar efectivo. Vuelvo a subir a la gasolinera a comprar tabaco. No tengo frío aunque estemos a 6 grados, voy con el abrigo desabrochado, con calor en el cuerpo y con ganas de comerme la noche, aunque me quede con las ganas.

Camino disfrutando de la tranquilidad de la noche desde la gasolinera a mi casa, con cierta esperanza, aunque con la certeza de que será imposible, de que algo me depare la noche, que no voy a subir a dormir, que conoceré a alguien a la vuelta de la esquina que me invite a una fiesta. Pero eso no suele pasar en los barrios periféricos de Madrid, eso pasa en las ciudades pequeñas, y si se trata de ciudades grandes, en el centro. Camino hacia casa igualmente con una sonrisa en la cara, con calor en el cuerpo tras el litro de vino, los vermuts, la copa de ron… y cargando todavía a mis espaldas con la misma mochila con la que salí de casa a las 15.30 de la tarde.

Yo, ilusa de mí, que pensaba que esta noche volvería acompañada, no a mi casa, si no a la casa de otro, el cual se estaba comiendo la boca a eso de las 11.30 de la noche con otra. Total, cosas que pasan. A otra cosa mariposa, centrémonos nuestras energías en hombres que nos lleven a algún lado… Igualmente, hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien, después de meses y meses sin apenas divertimiento, copas de más, y confesiones nocturnas. Y llego a casa sin sueño y con ganas de compartir mi cama con otra piel. Total, ya es lo suficientemente tarde como para que aproveche bien la mañana al día siguiente. Ya llevo suficiente alcohol en la sangre como para que mañana me despierte sin resaca.

Mi hermano se casa este verano. Ya tengo claro que no pienso ir, que no tengo por qué aguantar la presencia de mi otro hermano. He estado prácticamente un año con bastante estrés emocional por todo esto, pero… ¿por qué he de aguantarlo? Me niego. Y aunque mi posición no les guste, les incomode y sigan pretendiendo seguir con la idea ficticia de familia feliz… Son incapaces de aceptarlo, y tengo el presentimiento de que será así siempre.

Hoy en día la prisión permanente revisable se encuentra en un tema recurrente de la opinión pública. Pero para la gente de a pie, los criminales son casos aislados, enfermos mentales… cuando los depredadores son personas de nuestras familias, compañeros de trabajo, personas que pagan sus impuestos… ¿Por qué mi hermano defiende a capa y espada la prisión permanente revisable para violadores y pederastas que no tienen cabida en nuestra sociedad? ¿Por qué sin embargo es incapaz de aceptar que mi otro hermano me rompió no sólo la infancia sino mi vida? ¿Por qué sigue diciendo que quizás estoy exagerando, que confundo las cosas e incluso que quizás lo que tengo son alucinaciones?

Nunca subestimes el poder de la negación.






viernes, 2 de febrero de 2018

Es sólo una pesadilla.

Me empuja sobre la cama. Está enfurecido y no para de blasfemar. Yo grito presa del pánico pero soy incapaz de salir de ahí, el es más fuerte que yo y consigue agarrarme y esposarme a las barras de la litera. Mirándome con un odio descomunal comienza a violarme. Yo chillo.

Me despierto. Me despiertan mis propios gritos del sueño, gritos que salen de mi garganta en la realidad. Me despierto de repente desconcertada y muy asustada. Pero en mi cama real, y no en la del sueño. En mi habitación sólo estoy yo. Mi hermano no está.

Es sólo una pesadilla. Respira, estírate, abrázate, llora y vuélvete a dormir.



Amor ciego

Te busco entre las sábanas y no te encuentro
Te quiero y no te merezo
Y por más que intente olvidarte sigo presa de tu recuerdo

Dando palos de ciego


domingo, 19 de noviembre de 2017

Rest in peace

Eras demasiado joven como para marcharte. Y eras demasiado joven para haber vivido tanto. Fue hace un año cuando estuve en tu casa con tu madre, ayudando a montar muebles y dándote apoyo en la depresión que estabas atravesando. He de admitir que yo también estaba atravesando uno de los momentos más decisivos de mi vida sin saber todavía cómo iban a ir las cosas, pero sin el apoyo y el amor incondicional de tu madre no hubiera sido capaz de enfrentarme de romper el silencio en mi familia. Ese día yo estaba asustada y deprimida, y fue ir a verte y tú estabas mucho más asustada y deprimida que yo. Me contagiabas una pena profunda, al verte embarazadísima, jovencísima, fumando un cigarro tras otro y llorando sin parar. Ataviada en una bata y con un moño despeinado, apenas eras incapaz de verbalizar aquello que te consumía, te invadían todo tipo de miedos irracionales, pensabas que ibas a ser incapaz de criar bien a tú bebé, pensabas que había algo mal en tí y le ibas a hacer algo malo a tu bebé. No debe ser fácil ser madre tan joven. No debe ser fácil enfrentarte a la crianza habiendo vivido en tus propias carnes violencia siendo pequeña. Tu padre era un malnacido que maltrataba y violaba a tu madre. Tu padre metió a tu madre en la prostitución, tu padre quiso matar a tu madre. Pero tu madre a pesar de todo fue muy valiente e hizo todo lo que pudo para poder seguir viva y cuidar de tí y de tu hermana.

Tu madre es una de las personas más maravillosas que he conocido en mi vida. Es un destello de luz en un mundo tan inhumano. Tenías miedo de dar a luz a una criatura en un medio hostil, plagado de depredadores. De lo poco que pude decirte esa tarde, fue que los maltratadores y los pederastas no se comen la cabeza pensando que si en un futuro podrían hacerle mal a alguien. Y tú te consumías pensando en que inevitablemente le iba a pasar algo a tu bebé. Tú al igual que tu madre, eras una persona muy sensible y de buen corazón. Tú eras una víctima, no un depredador. Pero sí, en eso te doy la razón, cuando vivimos con violencia interiorizamos que algo va mal con nosotras, que somos malas y culpables.

La noticia de tu muerte me ha apenado profundamente. Es injusto, y me da muchísima lástima por tu madre. Pero la fortaleza que reside en el corazón de tu madre es descomunal. Me daba muchísima rabia que justamente ahora, cuando tu madre está por fin viviendo una vida y no sobreviviendo, tu te vas. Tu madre tuvo que soportar los abusos sexuales de tu tío, las palizas de tu abuela y la muerte de tu abuelo siendo una niña. Después conoció a tu padre y continúo viviendo en un contínuo infierno.
La primera vez que estuve con tu madre en la playa de Three Cliffs, me contó que era un lugar que te maravillaba. Esa playa era mi rincón favorito de Gales, era un lugar en el que podías respirar y tocar la magia con los dedos.

Quizás ahora la estés viendo desde del cielo.

Rest in peace Naomi



viernes, 1 de septiembre de 2017

Fantasmas


A veces me siento extraña envuelta en la luz que hay en España, en esos cielos azules y brillantes. Hecho de menos la lluvia y los días grises de Gales, y cuando de vez en cuando llueve aquí, me acuerdo de los días tristes y melancólicos que pasaba aguardada en casa bebiendo té negro y mirando la lluvia por la ventana. A ratos pienso que tanto sol da una sensación de perfección y felicidad de plástico, irreal. Parece que ha pasado una eternidad desde que dejé esas tierra verdes y llanas. Me cuesta acostumbrarme al bullicio de Madrid, a sus distancias, sus torres de edificios. Una claustrofobia urbana que te atrapa, que no te deja respirar. Llevo dos semanas sola en casa, disfrutando de placeres tan nimios como leer sin ser interrumpida por las constantes interrupciones de mi madre buscándome y llamándome por la casa.

Cuando volví a España con una sobredosis de alegría y liberación al haber revelado el abuso a mi familia y no tener ningún tipo de contacto con mi hermano, pensé que la vuelta iba a ser fácil, que enseguida tendría un empleo medianamente decente y suficienta independencia económica. Pero no, España sigue sumida en una miseria en la que resulta en muchísimas ocasiones imposible acceder a cosas tan básicas como un salario que te permita cubrir un alquiler, alimentos, transporte...
A partir de hoy estoy de nuevo desempleada, y es probable que conseguiré pronto un empleo, pero seguramente de duración temporal y un salario miserable. Además de eso, he decidido endeudarme con la universidad pública, sin perder todavía la esperanza de poder especializarme en lo que he deseado siempre, y labrar mi futuro profesional en la lucha contra la violencia sexual y en la defensa de los derechos humanos de las mujeres y la infancia.

Nunca me he encontrado también conmigo misma hasta ahora, cada vez duermo mejor, no tengo tantos flashbacks, ni pensamientos obsesivos negativos, apenas me autolesiono, mi autoestima va creciendo día tras día y la realidad cada vez es más pura, no hay tantas nebulosas de miedo flotando por el aire. Mi capacidad de concentración ha aumentado, y hasta los colores son más nítidos. Por primera vez en la vida, no tengo nada con ningún hombre ni busco a ninguno, y me siento muy liberada.

A pesar de todo este balance que es por supuesto positivo, no deja de haber días en los que me  invaden la desazón, la apatía y la tristeza; sintiéndome sola en una sociedad donde la familia y la monogamia son los pilares relacionales, afectivos y de seguridad básicos. Por un lado es algo que ya tengo bastante asumido, que mi relación con mi familia está y seguramente estará podrida, y que tengo muchas dificultades para establecer una relación de pareja.

En estas dos últimas semanas sólo me he relacionado en el trabajo y un par de veces con un amigo. Mañana ya llegan mis padres, y me sorprende en cierto modo que quiera verlos, estos últimos días han sido más tristes. Supongo que por el pasar tanto tiempo sola, ya que llega un punto en el que empiezas a deprimirte, y también porque hace un par de días tuve sesión con mi psicóloga y ya vamos a ir empezando a adentrarnos en las oscuridades del trauma. En los últimos meses no me he dedicado demasiado a la introspección, de hecho la he dejado apartada a propósito por primera vez en la vida, y por supuesto que tengo miedo en volver al trauma para poder salir más fortalecida. Ya he empezado con la técnica EMDR y supongo que dentro de pocas sesiones me dará un diagnóstico.
Hoy es uno de septiembre, en cierto modo empieza el año. El verano ya está terminando, y como tantos veranos de mi vida, ha sido un verano sin vacaciones, de asfalto y de muy poca vida social. Las tardes cada vez son más cortas, las temperaturas han bajado en los últimos días y me siento insegura para el nuevo comienzo.

Anoche me desperté de madrugada con un dolor de cabeza horrible, con escalofríos y malestar de estómago. Tras beber agua y ponerme una toalla mojada en la frente volví a la cama pero seguía retorciéndome, hasta que volvía a levantarme para vomitar bilis varias veces.

Porque, aunque esté mejor que nunca, los fantasmas nunca duermen.





sábado, 15 de abril de 2017

Sandcastles

Cada vez lloro menos por tí, cada vez me masturbo menos pensando en tí. O eso quiero pensar. O depende del día, quizás.

No lo sé. Lo que sé es que sigo teniendo demasiados sentimientos enfrentados entre sí. Si un día estoy pletórica, me gustaría estar contigo para poder compartirlo. Cuando es la tristeza tocando fondo, me acuerdo de cuando iba a verte y me dabas un abrazo. Ha habido días en los que se me pasaban imágenes por la cabeza en las que te pegaba puñetazos dejándote heridas y moratones e incluso a veces con un destornillador te atravesaba la yugular. Sí, se qué suena demencial, pero ya sabes que la salud mental no es uno de mis fuertes.
Ahora, el dolor y la rabia ha dado paso a un letargo pasional. Nunca he tenido la libido tan por los suelos como hasta ahora. Ningún hombre me llama la atención, y la mayoría de recuerdos que tengo de tí no me despiertan deseo, casi siempre lo que me invade es una sensación de traición y vacío.

Me repito demasiadas veces ¿cómo he podido ser tan ingenua, tan estúpida? De veras que me lo creía, siempre tenía una esperanza de que querías estar conmigo. Cuando me mirabas con ojos brillantes y me acariciabas con delicadeza, diciéndome que me querías. Y yo me lo creía.

Es por las noches cuando todo esto resulta más complicado. Hay noches que para poder dormirme necesito imaginarme que estás conmigo en la cama durmiendo, así me tranquilizo y puedo conciliar el sueño. Con la yema de mis dedos voy dibujando tu rostro en mi almohada y la abrazo fuerte para que parezca más real. Otras noches, las que menos, me masturbo.

¿Sabes? Sé que mi corazón se rompió hace muchos, muchísimos años, y a veces me daba la sensación de que restabas importancia, o quizás ni la otorgabas, a lo que yo pudiera sentir por ti. Me abrí a ti y lo que conseguí es que me exprimieras por dentro, me sacaste todo el jugo sabiendo que eso se iba a quedar así. Poco a poco mi corazón se iba haciendo cada vez más pequeño, más negro, más muerto.

Pienso en todo lo perdido estos años de atrás, en lo humillante que era estar en la sombra constantemente, cuando estabas con ella como si nada. No creas que todo van a ser reproches, yo también asumo mi responsabilidad en esta locura. Lo que me reconforta es saber que el último paso lo dí yo. No sé del todo bien que es lo que te pasaba (o quizás te sigue pasando), pero yo no podía permitirme más seguir destruyéndome de esa manera.

Recuerdo una noche en una terraza por los pubs del centro, en la que estábamos los dos pegados el uno al otro que me dijiste “Contigo me pasa una cosa muy rara, por un lado me entran ganas de cuidarte, pero por otro me entran ganas de maltratarte”

Y así era, hasta que dije basta y me marché.

viernes, 14 de abril de 2017

A wave rising in the ocean


Grief is a most peculiar thing; we´re so helpless in the face of it. It´s like a window that will simply open of its own accord. The room growns cold, and we can do nothing but shiver. But it opens a little less each time, and a little less; and one day we womder what has become of it. 

***

What if I came to the end of my life and realize that I´d spent every day watching for a man who would never come tome? What an unbereable sorrow it would be, to realize I´d never really tasted the things I´d eaten, or seen the places I´d been, because I´d thougth of nothing but the Chairman even while my life was drifting away from me. And yet if I drew my thoughts back from him, what life would I have? I would be like a dancer who had practiced since childhood for a performance she would never give. 

***

Since the day I´d left Yoroido, I´d done nothing but worry that every turn of life´s wheel would bring yet another obstacle into my path; and of course, it was the worriying adn the struggle tha had always made life so vividly real to me. When we fight upstream against a rocky indercurrent, every foothold takes on a kind of urgency. 

***

But now I know that our world is no more permanent than a wave rising on the ocean. Whatever our struggles and triumphs, however we may suffer them, all too soon they bleed into a wash, just like watery ink on paper. 

Memoirs of a Geisha. Arthur Golden


sábado, 28 de enero de 2017

Nuevo ciclo

Muchas cosas han pasado desde que no paso por aquí...

Ya no vivo en la ciudad gris, vivo en Madrid. Ya no vivo en la casa victoriana, vivo en un bloque de trece pisos en Madrid. Ya no vivo con gente que viene y va de diferentes nacionalidades, vivo con mis padres. Ya no albergo un secreto corrosivo, ni quedo a escondidas para acostarme con mi amante.Ya no quedo con el señor malagueño para contarle mis traumas (aunque le hecho de menos), ahora mi terapeuta es otra y trabaja en un centro especializado en Madrid.

Cuando me marché no lo hice por una decisión meditada, en absoluto, fue algo espontáneo fruto de cierta borrachera emocional tras hablar con mis padres. Mi alma se abrió y salieron volando cientos de mariposas de diferentes colores. Además de eso, necesitaba como agua de mayo salir de la ciudad gris, salir de esa relación que me traía más problemas que alegrías y volver a un sitio con sol.

Me mudé antes de Navidad, y la Navidad trajo más conflicto que reconciliación.

Ahora busco trabajo en un mercado laboral que sigue igual de putrefacto que cuando me marché, intento vivir relajada dentro de lo posible en el hogar patriarcal, y no hago ni pizca de caso de la cantidad de sandeces que puedan llegar a decir o pensar mis familiares, aunque me duelan.

Me voy de casa cuando mi hermano viene de visita, y aunque mi familia no quiera entender la verdad por pura debilidad y cobardía, eso no cambia mi determinación.

Mientras tanto toca de nuevo adaptarse a las distancias y el bullicio de Madrid, que me resulta frustrante y agotador en ocasiones, sentir que no puedo escapar de la gran ciudad ni respirar y echar de menos la playa y el verdor de la ciudad gris, y su tranquilidad que me resultaba aburrida.

lunes, 26 de diciembre de 2016

Til it happens to you

Qué hacer cuando se llora de nuevo a escondidas,
cuando el miedo se expande en el pecho y te paraliza,
cuando el frío envuelve tu alma rota.
Qué hacer.

Qué hacer cuando se quiere huir nada más llegar,
cuando somos prisioneros de un pasado,
cuando seguimos prisioneros se un presente sin justicia alguna.

Cómo seguir viviendo si hasta la rabia está desgastada,
y las palabras sólo son portadoras de silencio.

Cómo habitar en un cuerpo sin vida,
carne doliente y pesada,
enfrascada en un arquetipo de belleza que genera más culpa que vanidad.

De qué sirve respirar si el aire está muerto,
para qué soñar si las noches son esclavas del insomnio y las pesadillas.

Es agotador luchar en una guerra de batallas perdidas.


You tell me it gets better, it gets better in time
You say I'll pull myself together, pull it together
You'll be fine
Tell me what the hell do you know
What do you know
Tell me how the hell could you know
How could you know
'Til it happens to you, you don't know
How it feels
How it feels
'Til it happens to you, you won't know
It won't be real
No it won't be real
Won't know how it feels
You tell me hold your head up
Hold your head up and be strong
'Cause when you fall, you gotta get up
You gotta get up and move on
Tell me, how the hell could you talk
How could you talk?
'Cause until you walk where I walk
It's just all talk
'Til it happens to you, you don't know
How it feels
How it feels
'Til it happens to you, you won't know
It won't be real (how could you know?)
No it won't be real (how could you know?)
Won't know how I feel
'Til your world burns and crashes
'Til you're at the end, the end of your rope
'Til you're standing in my shoes, I don't wanna hear nothing from you
From you, from you, 'cause you don't know
'Til it happens to you, you don't know
How I feel
How I feel
How I feel
'Til it happens to you, you won't know
It won't be real (how could you know?)
No it won't be real (how could you know?)
Won't know how it feels
'Til it happens to you, happens to you
Happens to you
Happens to you, happens to you
Happens to you (how could you know?)
'Til it happens to you, you won't know how I feel

lunes, 21 de noviembre de 2016

Unsafe at home


Las navidades se acercan y ya todo el mundo no sabe hablar casi de otra cosa. Las calles ya tienen luces, las tiendas y los escaparates rebosan de decorados... Los migrantes españoles ya tienen sus billetes de avión comprados y te preguntan..."¿Vas a España por Navidad?"

Hace unos días con una amiga en un pub hablando de una amiga suya que vive en Londres y se fue para allá de au pair, casi la maldecía porque la chica había tenido mala suerte, la habían echado, estaba en la calle y ahora pensaba en buscarse la vida en la industria del sexo. Vamos, una situación calcada a la mía, la cual, mi amiga, sabe de sobra. La miré de malas maneras ya que me sentí ofendida por su falta de sensibilidad y empatía. Ella estaba empeñada que si la iba tan mal que se volviera a España. Yo la dije que quizás no podría. Se me volvió y me soltó "¿Cómo que no?", a lo que la respondí "A saber, lo mismo no se puede volver a España. ¿Sabes? La gente tiene problemas más allá del paro y del trabajo". Y ya se cambió de tema.

Una de las cosas que más me desquician de mi entorno de españoles en Reino Unido es la idealización de la familia y el trabajo como centro gravitatorio de la vida. Si quedas un día con esta gente (de pascuas a ramos) y te ven mala cara, te dicen que claro, que es del trabajo. Por más que a algunos les haya dicho que yo a Madrid no puedo volver porque tengo problemas personales (en los cuales nunca me explayo) ellos insisten en que en Madrid me puede ir bien y que la familia echa un cable. Llevo aquí ya más de tres años y creo que nunca he tenido unas relaciones tan jodidamente superficiales. De los únicos problemas que te van a hablar es del trabajo, y si un día por cualquier motivo tu te abres un poquito más de la cuenta ya te miran raro.

Supongo que no se trata sólo de este grupo de gente con el que me junto de vez en cuando, sino de la sociedad en general. Lo que pasa, que al final mis relaciones sociales en esta ciudad se han visto tan reducidas (no he tenido tan poca vida social ni tan pocos círculos sociales en mi vida) que ya me creo que esta gente es el resto del mundo.

Guys, I´m not gonna home in Xmas.

Hace poco me compré Trauma y recuperación de Judith Herman. La primera vez que cayó en mis manos fue hace cinco años en primavera, cuando luchaba día a día contra la muerte antes de mudarme a UK. Lo cogí de la biblioteca y lo leía por las tardes cuando me iba de casa. Ahora lo he comprado y está inglés. Lo que aprendí con este libro es la complejidad del abuso sexual infantil continuado por años y perpetrado por familiares. Herman es pionera al diferenciar de un acontecimiento traumático a un trauma prolongado. Con Herman el estrés postraumático pasa a ser estrés postraumático complejo cuando el trauma ha sido repetido en el tiempo, ya que las secuelas son más severas y el tratamiento de las mismas y la recuperación mucho más complicado. Cuando leí a Herman me invadían toda una serie de contradicciones. Por una lado me servía para seguir siendo cada vez más consciente de la gravedad de los hechos, de lo horroroso y retorcido que era mi pasado y todavía lo era mi presente; y por otro no me entendía del todo a mi misma, como podía llevar mi vida en según que aspectos con normalidad tras haber vivido un profundo terror. Cómo mi historia traumática era igual de traumática que la de un prisionero de guerra, y cómo se sigue silenciando a tantas víctimas en tantísimos hogares en los que se tortura. En los regímenes autoritarios se tortura, en la cárcel se tortura, en la guerra se tortura pero en muchísimos hogares también se tortura.
A la amiga de mi amiga la conocí en Halloween que bajó por un par de días y luego se volvió a Londres. Le pedí a mi amiga su número y así hablar con ella para poder darla consejos sobre dónde meterse y hacerlo de una manera medianamente inteligente dentro de la industria del sexo si necesita como agua de mayo salir adelante sin nada en otro país.

Aunque mi amiga siga embutida en su propia ignorancia y en su mundo de Disneyland, y siga pensando que su amiga puede volverse a España y que sería su decisión pasarlas putas en otro país, lo que debería saber es:

If the perpetrator of the trauma is a family member, home may be the most unsafe place she can choose.


miércoles, 16 de noviembre de 2016

Gritos en la noche



Una de las cosas que me suele decir mi compañera de piso por las mañanas es

"Anoche volviste a gritar"

No sé muy bien qué pensará ella de mis terrores nocturnos, o si acaso sabe que eso existe.

Esta mañana me ha dicho lo que me dice tantas otras mañanas. Y es que anoche no sólo grité, tuve pesadillas, me desperté bruscamente de una de ellas a la madrugada y fui incapaz de volver a coger el sueño. La ansiedad y el dolor me mantenían en vela, mientras me retorcía entre mis sábanas llorando.

Tengo miedo, la muerte de mi abuela me cayó sobre los hombros y sentimientos de angustia, dolor, aislamiento, culpabilidad e incertidumbre han florecido de nuevo, cuando ya en los últimos meses me encontraba mejor que nunca.

Esta madrugada pensaba en mi abuela, que cuando yo tenía 11 años pasó unos meses en mi casa al quedarse viuda, meses en los que los abusos cesaron por un tiempo al estar siempre ella presente. Mi abuela dormía conmigo en mi habitación, y durante esos meses pude retomar un poco el sueño, tras años de insomnio crónico como consecuencia de los abusos de mi hermano.

También pensaba en mi padre, en que desearía estar en su regazo, consolándole por la pérdida y recibiendo su calor. Incluso ahora siendo mayor, cuando mi padre está sentado en el sofá me gusta acercarme a él, posar mi cabeza en su pecho, mi brazo derecho sobre su barriga mientras su brazo derecho me acuna. Así, me siento querida y protegida.

Imprevistos

A veces ocurre que las cosas no salen como esperabas, y en el último momento todo da un giro inesperado. El viernes por la tarde vi un What´s app de mi hermano mayor en el que me decía que mi abuela paterna había fallecido. Le llamé y hablé con él, y mientras sucedía la conversación mi respiración se iba haciendo más intensa y no paraba de suspirar. Sentada en la cama empezaba la ansiedad a recorrerme por el cuerpo, y una vez colgado el teléfono la tierra se abrió y el pánico se apoderó de mí. Dando vueltas sin parar por la habitación y con dificultades para respirar, con sudores fríos, taquicardia... de repente cogí el teléfono y llamé a mi terapeuta. Rompí a llorar mientras le contaba lo sucedido, me tranquilizó y quedamos para la mañana siguiente. Tras hablar con él llamé a K, y en cinco minutos ya llegó a mi casa.

Si mi abuela no hubiera fallecido, hoy estaría con mis padres revelándoles el abuso.  Obviamente no es el momento de hablar de ello con mis padres, ha de pasar el proceso de duelo y arreglar de nuevo el viaje. Aunque ya me encuentre más tranquila, las presiones a cerca de cuando vuelvo, si iré por Navidad, y de por qué no hablo con mi hermano seguirán, y no tengo muy claro si voy a poder aguantar demasiado.

Hoy me encuentro más tranquila, con la mente más clara y mi determinación por verbalizar verdades para que yo pueda seguir adelante, va creciendo con el tiempo con más, y más fuerza. El fin de semana fue agotador, pero simplemente hay que postponer lo planeado un poco más. La decisión ya está más que meditada, ahora lo único que queda es trabajar un poco más en ello debido a este contratiempo.

martes, 25 de octubre de 2016

Cerrando ciclo


Hemos estado dos semanas sin una gota de lluvia. Increíble. Ya desde el sábado pasado, ha habido algunos chubascos alternandosé con sol. El otoño ha llegado y casi ni me he dado cuenta. No hace todavía demasiado frío, y sigo disfrutando del jardín cuando no llueve. Me gusta sentarme en la silla de madera a fumar, mientras miro el cielo, mientras miro la lavanda y el romero y otras plantas que hay en el jardín. Respiro y me relajo, mientras el colgador de bambú hace ese sonido tan agradable cuando hay brisa.

Apenas me estoy socializando en grupo y evito a toda costa ir al pub. No por nada, es que no me interesa lo más mínimo. No me apetece. Estoy muy a gusto yéndome al monte con K o yendo de recados con MG, mi nueva compañera de piso, que me está dando una vida y una gratitud tremenda dentro de las cuatro paredes de esta casa victoriana.

Todo fluye, en este otoño que se va asentando. Todo fluye para cerrar el ciclo de tres años de vida en la ciudad gris, todo fluye para romper toda una vida de silencio.

En menos de un mes probablemente vaya a Madrid a revelar el abuso. Ahora sólo queda cincelar fechas y estancias. Sólo queda cincelar con exquisita precisión las palabras que van a ir dirigidas a mis padres.

Mientras tanto yo sigo levantándome cada mañana, disfrutando de la suavidad de mis sábanas de algodón egipcio, disfrutando de mis desayunos mediterráneos en una tierra que apenas ve el sol. Salgo a la calle y disfruto del paseo de mi casa a la estación de autobuses cuando no llueve, por la tranquilidad de mi barriada y por las vistas al mar que me regala cuando bajo una de sus cuestas. Una barriada donde la basura, las jeringuillas usadas, los estudiantes, los migrantes y los yonkis habitan. Una barriada de otras tantas de esta ciudad gris, de este escenario postindustrial y decadente, victima del Thatcherismo.

Si todo va bien, dentro de poco haré las maletas rumbo al sur, y en mi día a día siempre habrá sol, frutas tropicales y unas aguas cálidas y azules en las que te puedes bañar en cualquier época del año. Me despediré con cariño de la ciudad gris que me ha acogido durante tres años y en los que he aprendido básicamente que he de quererme; y que el odio, la rabia y el daño hacia mí misma, no me corresponde, no me pertenecen.


lunes, 26 de septiembre de 2016

¿Cuando vuelves?

Este mismo sábado ya comienza el mes de octubre. Queda algo más de un mes, apenas unas pocas semanas. El ambiente ya esta caldeado, algo huelen, algo perciben, saben que debe pasar algo. No están exigentes, aunque de vez en cuando sale la pregunta...

¿Cuándo vuelves?

No voy a volver, por lo menos en un futuro cercano, no voy a volver.

Mis llamadas se van limitando, voy evitando el momento en que me toca coger el teléfono y hacer la llamada semanal a mis padres. A veces incluso cada diez días, a veces a las dos semanas...
Durante todo el verano he ido postponiendo y postponiendo a base de escusas baratas simplemente el hablar por telefóno o contestar unos what´s app.

Conversaciones demasiado banales respecto al tiempo, a lo que he comido, que intento que no duren más de diez minutos. Con mi padre es fácil, un poco de política española y ya está.  Mi madre es la difícil, siempre me hace más preguntas y quiere estar conmigo más tiempo al telefóno.

Ya no me pregunta por mi hermano. No sé muy bien cómo están las cosas en casa pero ya no me pregunta que por qué no le llamo. Aunque ayer hablé con él. Fue el cumpleaños de mi abuela, se reunieron para comer, y mi padre me pasó el teléfono con él. Yo estaba completamente embotada, la conversación duró muy pocos minutos y sólo le contestaba con palabras vagas y monosílabos. El me dijo que qué le pasa a mi teléfono, que intenta contactar conmigo pero no hay feedback. No es el teléfono gilipollas, no quiero saber nada de tí. No sé si te vas dando cuenta de lo que pasa, no lo sé, pero el control de mi vida lo tengo yo, ya no lo vas a tener tu nunca más.

Mi hermano mayor me escribió hace poco diciéndome que lo que me hizo mi hermano mediano está mal, mal no, peor; pero que poco a poco debería hablar con el. No le contesté. ¿Acaso no le quedó claro cuando hablé con el que quiero a mi hermano mediano completamente fuera de mi vida? ¿Acaso pretende que yo actúe como si no pasara nada y siguiera interpretando el papel de que mi familia es normal y he tenido una infancia feliz? No estoy enfadada con el, y debe ser muy duro para él todo esto, pero le dejé muy claras las condiciones.

Hablé con M diciéndola que la revelación quiero que sea en noviembre. Cada vez va quedando menos tiempo, y por un lado me encuentro agitada, pero por otro quiero que llegue ya, quiero quitarme toda la mierda que he ido arrastrando toda la vida, toda una mierda que no me corresponde cargarla.

Este fin de semana ha sido particular. Se me ha ido acumulando más tensión debido al mensaje de mi hermano mayor y el hablar por teléfono con mi hermano mediano el cual no le había vuelto a hablar desde que estuve en España por una semana el mes de junio. Sumado a que me bajó la regla con mucho retraso y el retraso trajo consigo calambres en el útero y dolores en las articulaciones. Y fumar marihuana, cosa que no debería haber hecho y no debo hacer para tener la mayor claridad mental posible de aqui en adelante para hablar con mis padres.

Queda poco, queda muy poco. Va a ser doloroso y tengo mucho miedo especialmente a la reacción de mi madre la cual es posible que sea agresiva. A veces tengo pesadillas con ella. A veces sueño que es compresiva y tierna. Con mi padre tengo fe, aunque como dice mi terapeuta no puedo albergar sueños o esperanzas. He de prepararme para lo peor. Pero voy a estar en todo momento acompañada de M, y después, pase lo que pase me iré a Canarias a empezar de nuevo.

Tengo toda una vida por delante y no pienso volver.

domingo, 28 de agosto de 2016

Sobrevivir


Lleva ya unos cuantos meses, en concreto los últimos, sintiéndome bastante bien. Ahora pienso que cómo es posible que haya vivido toda una vida en constante alerta, miedo, ansiedad, depresión... No es vida, en absoluto que no es vida. No es vida no poder dormir, o dormir con pesadillas, terrores nocturnos... No es vida sobresaltarte por todo, por un pequeño ruido, sentir una inquietud constante, tener ataques de pánico. No es vida no quererte ni lo más mínimo, odiarte hasta tal punto que no importe cuantas veces sea tu cuerpo corrompido, cuantas veces te autolesiones, cuantas veces te pongas en situaciones límite en las que tu vida corre riesgo. No es vida llorar a escondidas, sintiéndote vacía y muerta, esperando al abismo a que te devore y que no salgas de allí ya nunca.

El último año de estar en España estuve luchando constantemente contra la muerte. Era ya demasiado consciente de los abusos, no podia seguir viviendo con mi familia, no podia seguir día a día conviviendo con él. No sé de donde saqué las fuerzas para seguir adelante en medio además de una crisis económica en las que tanto mi independencia económica así como mis ambiciones académicas y profesionales se fueron directamente a la basura. Me pasaban las tardes vagando de aquí para allá fumando marihuana. Cogía autobuses que no me llevaban a ningún lado, iba a todas partes y a ninguna con tal de no estar en casa. Tardes en las que el anonimato de la gran ciudad me oferecía refugio. En invierno los autobuses y las bibliotecas públicas fueron mis lugares de resistencia, con el buen tiempo los parques.

Las imágenes en las que me veía a mi misma metiéndome un tiro o haciéndome rodajas los brazos eran constantes. Era incapaz de concentrarme en casi nada, todos mis esfuerzos y energías se dirigían a ir sobreviviendo.

Hace unos dias haciendo limpieza en el ordenador me encontré con esté poema que escribí seguramente una de esas tardes


Vidas ficiticias
vidas fingidas
vidas periféricas
vidas vacías.

Vidas sin ser sentidas
repletas de heridas dolidas
Vidas que huelen a bilis y a sangre
vidas que se consumen hasta desgastarse

Vidas disociadas
desamparadas y abandonadas
Vidas que rezuman odio
esperma caduco

Vidas ancladas en la muerte



miércoles, 24 de agosto de 2016

El verano se está acabando


El verano se está acabando y casi ni  me he dado cuenta; aunque para ser sinceros, en Reino Unido el verano no existe. El verano, esa época del año en la que los días se estiran y se pasa demasiado tiempo en la calle, en la que se hacen planes para ir a la playa, a un festival...

El verano se está acabando y muchos de sus fines de semana han estado llenos de nada.

El verano se está acabando y sigo con G en la misma situación del principio.

El verano se está acabando y sigo limpiando y con el salario mínimo.

El verano se está acabando pero vivo con una tranquilidad que nunca he tenido.

Tranquilidad que a veces se tambalea, viéndose remplazada por el miedo, la ansiedad, la tristeza... Eso pasa cuando hablo con mi familia. Eso pasa cuando mi hermano mediano me escribe y me llama, y yo no le contesto. Nunca lo he hecho, pero fue volver de España en junio y no podía, era incapaz de devolverle la llamada o escribirle. Mi madre me llamó la semana pasada diciéndome que por qué no hablo a mi hermano.

El verano se está acabando y mis padres se piensan (o quieren pensar) que voy a volver en cuando termine.

El verano se está acabando y mientras tanto, voy diseñando la estrategia de revelación del abuso a mis padres.

Hay días que me siento muy fuerte y plena, pensando que por muy dura que pueda ser la confrontación y la revelación, merecerá la pena. Que no estoy sola, que tengo personas que me van a acompañar en el proceso.

El verano se está acabando pero he empezado terapia.

El verano se está acabando pero posiblemente cuando me vaya de Reino Unido me mude a las Islas Canarias, donde siempre es verano.

El verano se está acabando pero yo estoy empezando...

A vivir.


domingo, 19 de junio de 2016

Primera confrontación


Aterricé en Madrid hace trece días. Hace cuatro que volví al Reino Unido. La verdad que no tenía ni la más remota idea que fuera a suceder lo que sucedió. No sé del todo bien para que fuí, pero digamos que para tantear el terreno, más que de visita. 

Llegué y nada más llegar me sentía segura de mí misma, con una seguridad que nunca he experimentado estando en mi casa. Una seguridad como respuesta a una sensación de realidad que nunca he experimentado en España. Estar segura de que mi pasado fue real, que los abusos fueron reales, que mi hermano mediano es el responsable. 

A pesar de ello, nada más pisar tierra española esa seguridad estuvo acompañada de ansiedad, depresión, pánico, disociación... Pero dentro de mí había una voz que me decía "para adelante, para adelante, quiero vivir... " Los primeros tres días estuve como ida, demasiado ida...

No podía más. Sentía que iría a explotar, era incapaz de mantener conversación con alguien de mi familia, apenas hablaba. El tercer día quedamos para cenar fuera mi madre, mi hermano mayor y su novia. Yo le miraba a él de reojo, pensando " se lo tengo que decir, se lo tengo que decir"

Al día siguiente llamé a M. Estuve llorando en toda la conversación, diciéndola que no podía más. Le dije que quería hablar con mi hermano mayor. Me dio ánimos, muchísmos ánimos. Escuchar su voz y sus palabras me dió fuerzas. 

El viernes se lo conté a H y a L por primera vez. Se quedaron atónitos, y tuve su apoyo durante todos esos días. 

Tenía planeado hablar con mi hermano mayor el lunes, ya le había hecho preguntas sobre su rutina y ya sabía que podría quedar con el lunes por la tarde, y pasara lo que pasara mi vuelo a fin de cuentas era al día siguiente. Tenía fé, muchísima fe depositada en él y el apoyo de mis amigos. 

Se iba acercando el día y yo estaba nerviosa, pero a la vez con una determinación desmesurada. El domingo por la noche le envié un mensaje diciéndole que quería quedar con él a solas, en un sitio tranquilo, que era importante. El lunes por la mañana le llamé para concretar el encuentro. 

Estábamos en un parque del barrio de mis padres. No sabía ni cómo empezar, empecé a llorar a mares hasta que lo dije, y durante toda la conversación estuve llorando y sozollando. 

- J abusó de mí
Mi hermano mayor se quedó a cuadros, dudaba,daba vueltas, me hacía preguntas, se levantaba y se sentaba y se levantaba y se volvía a sentar. Me creyó, me dijo que tenía su apoyo, que no era mi culpa y  que podía contar con él para lo que fuera. No lloró ni una lágrima, pero estaba totalmente descompuesto, tenía naúseas y se agarraba al corazón porque le dolía el pecho. 
- ¿Y tú que quieres?
- Vivir mi vida. Quiero a J fuera de mi vida y no quiero vivir en Madrid. Me sangra todo cuando ando por sus calles. 
- Necesitarás un psicólogo, ayuda para salir adelante. 
- Lo sé, eso te deja rota, te destroza. Eso me ha traído muchísimos problemas. Te doy barra libre si necesitas apoyo y quieres contárselo a alguien.
- No, esto no se lo voy a contar a nadie, y mamá y papá no lo pueden saber.

(No era el momento para hablar sobre la confrontación con mis padres, pero por supuesto que la voy a hacer. )

-¿Quiéres que hable con J?
- No es necesario. Yo no voy a meterme ahí, es tu hermano. Pero yo no le quiero en mi vida. 

Para nada tenía en la cabeza cuando fui a España hablar de ello con mi hermano, salió de dentró de mí, no podía más. Después de hablar con él, me sentí liberada, una sensación de felicidad, libertad y paz interior que no había experimentado nunca en la vida. Sin embargo al día siguiente una pequeña sensación agridulce salía de mi estómago extendiéndose por el resto de mis músculos, la culpa se había reinstalado en mi cuerpo. Tras varías respiraciones profundas  pensaba que su dolor no me correspende, no es mi responsabilidad ni mi culpa que mi hermano mayor sepa la verdad. Empatizo con su dolor, con su duelo, pero yo he sido la vícitima y no la perpetradora. 






miércoles, 1 de junio de 2016

Vicious circle

For a moment, she saw her love anxieties as resembling those of a drug addict, of alcoholics, of glambers. The same irresistible impulse, tension, compulsion and then depression following the yielding to the impulse, revulsion, bitterness, depression, and the compulsion once more... 

A spy in the house of love. Anaïs Nin.



miércoles, 25 de mayo de 2016


Cuando te sientes deprimida todo tu cuerpo pesa mucho más de lo que es. Tus músculos se entumecen, tu nivel de energía está por los suelos y una sensación de bloqueo hace que te quedes paralizada. Recoger la cocina o hacer la cama puede llegar a ser todo un reto. 

Hoy me siento triste, terminar el curso y hacer los exámenes me ha dejado cierta sensación de vacio y tardes en las que he de buscarme qué hacer. Pero a pesar de ello llevo muchos días sin tener pesadillas. Para mí lo normal es pasar las noches en una continua batalla con mi propio inconsciente. Anoche tuve insomnio, y creo que también es por ello que hoy me encuentre de capa caída. Dejando de lado que anoche me costó más de la cuenta coger el sueño, estoy maravillada conmigo misma el que lleve tres semanas sin tener pesadillas. Supongo que el seguir trabajando con ciertos hábitos ayuda también a que mi inconsciente se relaje por las noches. 

Hay toda una serie de hábitos que me han ayudado a paliar parte de las secuelas de los abusos:

1. No emborracharme como si no hubiera un mañana. 
Cada vez salgo menos, cuando salgo apenas bebo, y si bebo algo más hago las tomas muy espaciadas en el tiempo y tomo menos cantidad de lo que he estado haciendo durante años. Desde los 13 hasta los 24 años he estado emborrachándome sin mesura, perdiendo el autocontrol, vomitando, teniendo lagunas de memoria... Ahora no lo hecho de menos en absoluto, de hecho el cambio fue en cierto modo paulatino pero no buscado. Es raro, no me propuse nada, simplemente me cansé. 

2. Dejar el consumo diario de marihuana
La paranoia, los pensamientos negativos obsesivos, y los ataques de pánico se han visto considerablemente reducidos al dejar el consumo diario. De vez en cuando fumo, y lo disfruto, pero tengo bastante control sobre ello y en absoluto lo echo de menos el consumo diario. Dejarlo me costó bastante, y de hecho tuve una pequeña recaída al alcohol como sustitutivo. 

3. Hacer yoga
El yoga me deja nueva. Cuando salgo de clase me siento con los pies en la tierra, con mi alma abierta al cielo, relajada, agradecida, y con una sensación de bienestar muy similar al sexo con conexión emocional. 

4. Quedar con K
Puedo estar horas y horas con ella. Por muy gris que sea esta ciudad y por muy gris que sean a veces los días, sus ojos azules, su alegria y sus abrazos me hacen sentir segura y querida. Poder compartir mi duelo (y su duelo), mis dudas (y sus dudas), mis miedos ( y sus miedos) y mis triunfos (y sus triunfos) con otra superviviente hace que la vida sea mucho más bonita. 

5. Pasear en la naturaleza
Mi hábitat ha sido durante toda mi vida el asfalto y el bullicio de la gran ciudad.Pero a poco que salga de la ciudad gris me encuentro con playas vírgenes, corderos y vacas, una explosión de verdor y flores ahora que estamos en primavera. Me da muchísima tranquilidad, me centro más en el presente, y me siento más conectada al universo. 

6. Tener unos horarios a la hora de acostarse y levantarse
Siempre he intentado mantener una rutina medianamente equilibrada en esto, pero desde luego que ahora mismo soy mucho más estricta y ello además me beneficia en mi calidad de sueño.

7. Saber que estoy segura
Lo malo ya pasó, la confrontación va a ser muy dificil pero lo peor ya pasó. Soy una mujer adulta con todas las herramientas necesarias para poder reconstruir mi vida. He estado pensando en volver a mi hogar pero volver a la línea del frente sería un retroceso enorme para mi recuperación. Ni siquiera sé si eso ha sido un hogar, quizás pueda llegar a serlo o quizás no. La incertidumbre y las dudas asustan, pero no puedo dar nada por seguro hasta que no sepa cual va a ser su reacción. Pueden negarlo, pueden decir que me lo he inventado, pueden seguir como si no hubiera pasado nada. Puede que me dejen de hablar. Puede también que sea agredida físicamente (especialmente por mi madre y por mi hermano mediano, a fin de cuentas lo han hecho durante años). Puede que mi hermano mayor me apoye, puede que mi padre mi apoye. Puede pasar esto o lo otro, pueden pasar muchas cosas, pero no puedo estar segura de ninguna y he de estar preparada para lo peor. 



sábado, 7 de mayo de 2016

Amor inmaculado


Cuantas tardes habré pasado sin hacer nada, fumando y bebiendo café o infusiones para que simplemente pasen las horas. Cuando hace mal tiempo tampoco importa demasiado, ya que es todo un ejercicio de valentía salir a la calle y abrirse paso entre la oscuridad, la lluvia y el viento. Se ha quedado una tarde espléndida, con el cielo parcialmente nublado y un sol de poniente que ilumina las fachadas de las casas. 

Qué absurdo es estar tirada en el sofá imaginando que cosas podríamos hacer juntos en una tarde primaveral como ésta. Qué absurdo es ser consciente del paso del tiempo y saber que todo sigue igual, que todo está como cuando empezamos, si es que se puede empezar algo en una realidad que sólo corresponde a dos. Qué absurdo es pensar en un amor del que no se puede hablar, del que no se puede ver. 

Qué absurdo es quererte y no poder. 

Recuerdo la primera vez que te ví, fue entrar por la puerta y se me clavó tu mirada, me penetró y se quedó dentro de mí. Recuerdo la segunda vez que nos vimos, y cuando salías del bar una vez que te despediste era tu mirada la que seguía prendida de mí, una mirada que quería quedarse. Tu no te dabas cuenta pero yo te seguía en el reflejo del cristal. 

Y pasaron los meses y siguieron las miradas, las salidas cómplices los dos a solas a fumar mientras el resto estaba dentro.  Y al poco tiempo el desnudo integro emocional, el llanto, la búsqueda de consuelo, el entendimiento mutuo.


Después vino el sexo salvaje 

Orgasmos con calambres en las piernas

sábanas chorreando

quejidos post sexo.


Declaraciones de amor de amantes clandestinos


Pero eso no importa

ya que a veces pienso que no te fias

porque me ves como fiera salvaje

(aunque estoy domesticada)



Y hay dias que no te quiero ni mirar

y no es por enfado

ni miedo

Sino hambre

Hambre de zambullirme en tus ojos

de permanecer en tu mirada

de querer quedarme ahí el resto de mi vida


Y hay días que me sacas de quicio

por tu impulsividad

tu poco sentido del ridículo

el no querer crecer

Pero es ahí es donde me veo reflejada


Te voy a contar un secreto

Llevo años guardando en frascos de cristal

un amor inmaculado




lunes, 25 de abril de 2016

Horizonte


Mucho tiempo he pasado dentro de las paredes de la casa en la que vivo actualmente. Las manchas de la humedad han ido creciendo a lo largo de los meses, y durante los dos inviernos he ido luchando contra el moho con un bote de lejía y un trapo en mis manos. Mi casa se cae a cachos de manera literal. Una gran grieta atraviesa de manera horizontral el techo del salón, arriba está mi habitación. Mucho tiempo he pasado en todas las casas que he vivido en la ciudad gris. Aquí a las seis de la tarde ya no hay nada que hacer, y  durante el otoño y el invierno llueve  a diario. No hay muchas opciones de hacer vida social. Mis amigos son cada vez menos, la gente se va yendo...

Ha habido etapas en el tiempo que he vivido en esta ciudad de demasiado aislamiento. Epocas en las que he estado sola en la casa o bien conviviendo con personas con las que no tenía relación de ningún tipo. Epocas en las que trabaja sola sin compañeros. Epocas en las que por unos motivos u otros era complicado incluso echar un café con alguien. Algunas de esas épocas mis energias se centraban en haber cómo me las arreglaba para poder ver a alguien y comunicarme. A veces se juntaba varios días en los que no había tenido mingún tipo de contacto humano. Otras veces simplemente eran interacciones superficiales, con personal de la biblioteca, la cajera del supermercado o el yonki de turno que me pedía un cigarro. Recuerdo un yonki el cual ni siquera podía entenderle, es conocido por mi zona y no precisamente de buena reputación. Simplemente le dí un cigarro y le dí algo de coba, aunque no entendía lo que me decía y lo poco que llegaba a entender no tenía ningún sentido. Veía que la cosa se alargaba y ya le dije que me tenía que marchar. Me agarró la mano y me sonrió, yo me quedé paralizada, y no por una sensación desagradable, en absoluto, todo lo contrario; sentí calor humano, llevaba días sin que nadie me tocara o me sonreía. 

El aislamiento es un método de tortura, el aislamiento genera paranoia, se piensa demasiado, te vuelve egoísta. Cuando llevo tiempo sin estar con nadie o con alguien que sea más o menos de mi confianza, es estar con alguien y no hago otra cosa que hablar de mi misma. Quizás he estado varios días lidiando incluso con cosas de lo más triviales, y es ver a alguien y tener una necesidad imperiosa de que me escuche y tener un feedback, un segundo punto de vista. 

Si hay algo por lo que quiero salir de esta ciudad lo antes posible es por el aislamiento, la soledad. Siempre he tenido una especie de sentimiento crónico de soledad, pero en este caso se trata de una soledad real; no es que me sienta sola, sino que estoy sola. Dos años y ochos meses he estado viviendo aquí. El primer año fue una aunténtica locura: tres deshaucios, intoxicaciones etílicas semanales, una sobredosis de éxtasis, no manejarme con el idioma, consumo diario de marihuana, trabajo sexual... Allá a donde fuera iba con dos ojos a mis espaldas, no me fiaba de nada ni de nadie. Tenía pensamientos de lo más delirantes y paranoicos, pensaba que todo el mundo estaba en contra mía. El segundo año la cosa se fue estabilizando, y el tercer año, o sea éste, me siento como si estuviera en una barca en medio del mar. 

Lo curioso es que parte de la conducta autodestructiva la he ido trascendiendo el tiempo que he estado viviendo aquí. Irme de mi casa e incluso de mi país me ha servido para bien. Pero me quiero ir de aquí. En un mes son los exámenes, ya no habrá más clase. Dos tardes a la semana que paso con gente en un mes ya terminará. Las clases también me atan a la realidad. A pesar de todo esto he de decir que llevo unos meses con mucha serenindad (quitando la crisis nerviosa de hace un mes), y parte de ello se debe a que mi rutina consta de hábitos saludables. Es raro que me apetezca beber aunque la gente persista. Me cabrea de una manera monumental que la gente te obligue, te diga qué te pasa que no quieres beber e incluso se burle de tí porque estés con un zumo o una Coca Cola. A veces me apetece y bebo, pero en contadas ocasiones. Directamente no me apetece, no echo de menos emborracharme. He dejado el consumo diario de marihuana, y aunque no lo tenga del todo resuelto como el alcohol, estoy muy satisfecha con el trabajo que llevo realizado. Hacer más deporte, empezar con yoga, baños calientes, no trasnochar... Todo ello ha servido para paliar mi ansiedad. 

Pero a pesar de todo, algo que no llevo nada bien es que las pesadillas no se van. Puedo haber tenido toda una semana de lo más tranquila, sentirme bien pero por la noche todo se viene abajo. Es una sensación extraña. A veces pienso con total tranquilidad que en cuanto termine examenes y zanje la burocracia y la mudanza me vuelvo a España. Que allí voy a estar bien, que ahí no pasaré días sin contacto humano, que ahí voy a tener sol todos los días, que voy a tener un trabajo y que mis problemas familiares se van a solucionar. A los cinco minutos puedo pensar que es una aunténtica locura, que no puedo volver al mismo lugar y con la misma persona que me ha hecho pedazos durante años, que lo mismo no encuentro trabajo. 

Delante de mi hay una cristalera donde se va el mar y el horizonte. Yo lo veo, veo el horizonte, pero soy incapaz de salir, me doy cabezados contra el cristal. Es un alivio, sigue siendo frustrante pero es un alivio, a fin de cuentas veo un horizonte. He estado toda mi vida sintiéndome atrapada en un pozo sin fondo y ahora veo el mar. 


sábado, 2 de abril de 2016

Volver


No sé muy bien si me he despertado porque el cartero llamó a la puerta, por la claridad, o por el ruido de la lluvia. La cuestión es que me he despertado, con esa sensación pesada de saber que sigues ahí, en la ciudad gris.

Son dos años y medio los que llevo aquí, y este verano tenía que ser el punto y final de esta etapa. Sin saber muy  bien por dónde ir, agobiada por el dinero, la precariedad laboral, la situación familiar... No pensé en nada, no quería pensar en nada, sólo centrarme en el presente, pero los meses iban pasando... 

Decisiones mal tomadas en el último momento han puesto todo patas arriba, dejándome desnuda cara a cara con lo que me da más miedo. Con lo que más me preocupa. Me desmoroné, caí, me rompí y me ví vulnerable. Me vi rota y descompuesta en miedo de la ciudad gris, un lugar que no me pertenece y que nunca me ha pertenicido. Un lugar en el que me veo ahora como cuando empecé, acompañada por la lluvia y la soledad.

Fui a España y me dí cuenta por primera vez desde que me fui que tengo que volver para poder resolver mis problemas familiares, que no puedo postponer más la vuelta a Madrid, que después de la ciudad gris no puedo mudarme a otra ciudad, que tengo que ir a Madrid. Que en Madrid hay mucha gente a la que quiero, que el proceso será complicado y duro pero tengo que volver. Que quiero recuperar y luchar por mi familia. Que echo de menos a mis padres, que quiero con locura a mi hermano mayor. 

Que quiero recuperar a mis amigas de la infancia y de la adolescencia. Quedé con algunas de ellas cuando fui de visita, habían pasado algunos años desde la última vez que nos vimos. Fue como si el tiempo no hubiera pasado, la confianza el cariño seguían ahí. Hablar sin tapujos y con mucho sentido del humor de nuestros fracasos sentimentales, sentir estando con ellas una madurez que nos llegó a todas antes de tiempo, compartir un sentimiento de duelo por la pérdida prematura de la inocencia. 

miércoles, 30 de marzo de 2016

Pasión, muerte y resurrección.


Hacía mucho tiempo que no tenía una crisis nerviosa tan grave. Hacia tiempo que no tenía varias noches en vela de seguido, temblores, sudores, taquicardias, pensamientos oscuros... Quizás hacia un año o algo así, para mí los ultimos meses han sido bastante tranquilos, he mantenido una serenidad muy reconfortante. 

Se me juntaron varias cosas en pocos días: visita a España, ver el suicidio de una vecina, tener el vuelo de vuelta el mismo día de los atentados, cambio de trabajo y no salir bien y quedarme desempleada, volver a estar sola en la casa, estar sin móvil, bajada del nivel de progesterona dando lugar al sangrado menstrual... 

Mis dias en España se han caracterizado por mantener el control en todo momento, por estar en un continuo estado disiociativo,  repetirme a mí misma como un mantra que ya no estoy en peligro, que estoy segura. Todo un malabarismo emocional que estalló nada más volver al Reino Unido.

Una Semana Santa rebosante de pasión, muerte y resurrección.



Foto tomada en un parque cerca de mi casa. Hace casi ya un año se quitó la vida un adolescente en el mismo sitio donde se le ha hecho este hermoso altar. Cuando limpiaba en el colegio había fotos suyas repartidas diciendo que estaba desaparecido. Siempre que miraba la foto me entraba una profunda tristeza. Mi supervisora del colegio y a su vez gran amiga, se puso en contacto con las autoridades porque encontró al adolescente desaparecido. Pero le encontró sin vida, ahorcado en un árbol, en el parque. 



lunes, 11 de enero de 2016

Pandemia

Supongo que hay muchas cosas que marcan una gran diferencia entre España y Reino Unido. Los españoles valoran que es menor el desempleo y que no hay tanta corrupción, aunque luego en el día a día se estén quejando contínuamente del tiempo y de la comida. A mí lo que me llamó poderosamente la atención cuando llegué a vivir aquí, es el tratamiento que hay desde las instituciones y la visibilidad social hacia la violencia sexual.

El tema se ve, se respira en el ambiente. Una vez hablando con amigos sobre el abuso a menores, los españoles decían que aquí hay mucho pederasta. Yo dije que las cifras en Reino Unido y en España eran similiares. La gente se calló, me miraron como si fuera una extraterrestre y se cambió de tema. Las estadísticas son las mismas tanto en España como en Reino Unido, el problema está en que en España es un tema tabú y aquí en Reino Unido se lleva trabajando desde hace muchos años. Me resulta impensable que en España viera en el andén de un tren un anuncio del gobierno en el que aparecía el teléfono de asistencia a vícitimas de violencia sexual, que en una ciudad pequeña como en la que vivo hay que yo sepa hasta diez asociaciones que dan soporte a víctimas de violencia sexual. En las redes sociales y en los medios de comunicación es un tema que sale con bastante frecuencia, y las personas famosas dan su testimonio.

En España en comparación, el asociacionismo es mínimo, y en los movimientos sociales feministas en los que he andado medio metida mis últimos años de estar en España se trabajaba el acoso sexual callejero, había de vez en cuando alguna pincelada a las agresiones sexuales y el abuso sexual a menores era directamente inexistente. Y qué decir de las instituciones políticas, educativas y sanitarias si no hay una base social lo suficientemente sólida y fuerte que empuje las demandas.

Cuando me puse a investigar sobre abusos a menores y leía en diferentes publicaciones las estadísticas, siempre veía más o menos la misma incidencia: una de cada cuatro en el caso de las niñas y uno de cada ocho en el caso de los varones. La primera vez que ví eso por un lado me horrorizé, al ser consciente de que era una jodida pandemia. Pero por otro me tranquilizé, al saber que aquello que a mí me había ocurrido era algo relativamente frecuente y normalizado; me quitó un profundo peso de encima, me hizo sentir de alguna manera que no estaba tan estigmatizada, que había muchísima gente como yo.

El viernes pasado quedé con una amiga. Su madre ha tenido tres infartos en los últimos meses, tiene ya 80 años y seguramente pase a mejor vida en un futuro inmediato. Me contaba que el estado de su madre ha removido las relaciones familiares. La veía nerviosa, según avanzaba la conversación se iba agobiando más hasta que rompío a llorar. Me contó que su hermano abusaba de ella y que su madre la maltrataba, que se siente horrible al desear que su madre se muera para que al final ella pueda vivir tranquila. Entre abrazos y sollozos la dije que la entendía perfectamente, que en mi caso también era mi hermano el que abusaba de mí y que además de ello tuve que criarme con una figura materna que me insultaba, me gritaba, me amenazaba y me golpeaba.

Va pasando el tiempo y cada vez me veo con más fuerza y determinación no sólo para seguir adelante con mi vida, sino para trabajar luchando contra esta pandemia.

martes, 5 de enero de 2016



A veces queremos estar ciegos ante las evidencias que son desagradables y duelen, no queremos poner nombre y apellidos a momentos traumáticos que estamos viviendo, no los aceptamos ni los vemos como tal.

Ayer ella cogió un avión para volver a España a vivir, o mejor dicho, a Euskal Herria. Volver a su tierra, a su casa. Fue todo de repente, una decisión de la noche a la mañana empujada por el miedo y los nervios. Una decisión ante todo valiente. Ahora ella estára bien.Ha sido hoy cuando he empezado a asimilar que ella ya no va a vivir aquí, que está ciudad gris cada vez va quedando más vacía. Voy a echar mucho de menos su ausencia, pero por otro lado me hace muy feliz que vuelva a casa. Estoy cansada por el estrés de estos días de atrás y me siento triste, no sólo por su ausencia, sino por cómo los acontecimientos se han desencadenado de tan malas maneras. Pienso que quizás podría haber hecho algo para que las cosas hubieran sido de otra manera.

Ellos se conocieron en una discoteca hará año y medio. Yo iba borracha como una cuba, salí sola a la terraza a fumar y me puse a hablar y a decir estupideces a un grupo. Entre ellos estaba él, ella y él se conocieron y desde entonces hasta ahora. Desde un principio ella confiaba en mí a la hora de hablarme de las discusiones que tenían, que el se rayaba demasiado por cosas que no importaban, que era muy dependiente... En los primeros meses él quería más de ella pero ella no estaba del todo segura. Su relación era un constante discutir y reconciliarse. Hubo un momento en el que lo dejaron pero a los pocos días volvieron.

Los últimos cuatro meses la he visto cada vez más triste, más apagada. Siempre que la veía la decía. "¿Estás bien? Te veo muy apática, sin ganas de hacer nada. Te veo demasiado agobiada por cosas que no merecen la pena agobiarse de esa manera."

Otra amiga nuestra vivía con ella y con su novio. A ella le preguntaba cómo veía la relación, que si le contaba algo a ella, que yo la notaba demasiado agobiada. Me solía contestar que no le hablaba mucho del tema y que tampoco quería meterse donde no la llamaban. Entonces yo me quedaba en un mar de dudas, pensaba en que necesitaba un segundo punto de vista de alguien que también la conociera, pero por otro lado no quería romper la confianza que había depositado en mí, no sabía si debía contar cosas que sólo a mí me había contado. A veces yo misma pensaba que quizás yo era demasiado feminazi y simplemente no tolero cómo son y en qué se basan las relaciones de pareja.

Ella quería volverse a España, a él no le importaba mudarse a España y dejar Reino Unido, pero ella no veía claro un futuro con él. Pero en las últimas tres semanas las cosas se fueron poniendo feas, ella me contaba en detalle las discusiones que estaban teniendo y la dije claramente que le echara de casa, que había cruzado la línea, que eso no era amor, que eso era maltrato. El no quería irse hasta que tuviera casa, a ella le ofrecí varias veces que se viniera a mi casa, que iba a estar mejor. Me decía que no. Yo no sabía que hacer.

Después de estos días lo que me queda claro es que los asuntos íntimos y privados de las parejas hay que hablarlos entre amigos, que estoy harta del "ahí no debes meterte porque eso es asunto de la pareja en cuestión" y se cambie de tema. Que se podría haber evitado un desenlace tan trágico si hubiera más comunicación,