jueves, 23 de diciembre de 2010



Pero no teníamos necesidad de salir porque, entre aquellas cuatro paredes, teníamos todo lo que pudiéramos desear: comida, música, libros y la gran cama. Tan vívidamente como nuestros abrazos, recuerdo cómo solíamos frotarnos el uno contra el otro y olernos como se huelen los perros.


En brazos de la mujer madura. Sthepen Vizinczey.

No hay comentarios: