viernes, 10 de junio de 2011

Para que no la llamasen...



De jovencita se había mantenido virgen para que no la llamasen putón; se había casado para que no la llamasen solterona; había fingido orgasmos para que no la llamesen frígida; había tenido hijos para que no la llamasen estéril; no se había hecho feminista para que no la dijisen que odiaba a los hombres ni la llamasen tortillera; y nunca se había sulfurado ni levantado la voz para que no la llamasen arpía.


Tomates verdes fritos. Fannie Flagg.

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