domingo, 15 de marzo de 2015

Soy tu putita


Me pasa a menudo, cuando se trata de hablar de mis sentimientos. Cuando alguien me pregunta, y yo me mantengo callada, por lo general con ojos tristes. Si consigo hablar apenas hablo, balbuceo monosílabos o frases cortas, y después más silencio. Y mi cuerpo no responde, mi cuerpo está ahí pero como si no fuera mío. Cuando estoy en ese estado pueden darme una paliza que no sentiría nada. Y por dentro no hay nada, solo vacío. Me bloqueo. Es una especie de discapacidad emocional. Estoy defectuosa.

Sin embargo tengo muy buena capacidad de análisis, y quizás intelectualice demasiado las relaciones humanas. Me cuesta ponerle nombre y apellidos a las emociones y a los sentimientos, pero soy buena reconociendo relaciones de poder. Mi vida sexual y afectiva se inició en el incesto, después vino el sexo esporádico acumulando decenas de parejas sexuales y ya los últimos años se han ido intercalando algunos amantes sin dejar del todo a un lado el sexo fortuito con desconocidos. Con mis amantes siempre se ha repetido el mismo patrón abusivo del incesto, relaciones donde impera el secretismo, la clandestinidad, la ley del silencio.  Relaciones que acontecen dentro de cuatro paredes de espaldas al mundo real.

No sé muy bien lo que siento pero en estas cosas pienso. También pienso en la doble moral, en la dicotomía puta-esposa. Me pregunto si ella se desliza a cuatro patas por el suelo con medias de liga y tacones acercándose a ti para comerte la polla, si a ella la escupes, la azotas, la arañas, la insultas…Supongo que no.

Lo único que sé con certeza es que soy tu putita, y que lo único que sé hacer para poder coger unas cuantas migas de cariño es abrirme de piernas. 


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