lunes, 26 de diciembre de 2016

Til it happens to you

Qué hacer cuando se llora de nuevo a escondidas,
cuando el miedo se expande en el pecho y te paraliza,
cuando el frío envuelve tu alma rota.
Qué hacer.

Qué hacer cuando se quiere huir nada más llegar,
cuando somos prisioneros de un pasado,
cuando seguimos prisioneros se un presente sin justicia alguna.

Cómo seguir viviendo si hasta la rabia está desgastada,
y las palabras sólo son portadoras de silencio.

Cómo habitar en un cuerpo sin vida,
carne doliente y pesada,
enfrascada en un arquetipo de belleza que genera más culpa que vanidad.

De qué sirve respirar si el aire está muerto,
para qué soñar si las noches son esclavas del insomnio y las pesadillas.

Es agotador luchar en una guerra de batallas perdidas.


You tell me it gets better, it gets better in time
You say I'll pull myself together, pull it together
You'll be fine
Tell me what the hell do you know
What do you know
Tell me how the hell could you know
How could you know
'Til it happens to you, you don't know
How it feels
How it feels
'Til it happens to you, you won't know
It won't be real
No it won't be real
Won't know how it feels
You tell me hold your head up
Hold your head up and be strong
'Cause when you fall, you gotta get up
You gotta get up and move on
Tell me, how the hell could you talk
How could you talk?
'Cause until you walk where I walk
It's just all talk
'Til it happens to you, you don't know
How it feels
How it feels
'Til it happens to you, you won't know
It won't be real (how could you know?)
No it won't be real (how could you know?)
Won't know how I feel
'Til your world burns and crashes
'Til you're at the end, the end of your rope
'Til you're standing in my shoes, I don't wanna hear nothing from you
From you, from you, 'cause you don't know
'Til it happens to you, you don't know
How I feel
How I feel
How I feel
'Til it happens to you, you won't know
It won't be real (how could you know?)
No it won't be real (how could you know?)
Won't know how it feels
'Til it happens to you, happens to you
Happens to you
Happens to you, happens to you
Happens to you (how could you know?)
'Til it happens to you, you won't know how I feel

lunes, 21 de noviembre de 2016

Unsafe at home


Las navidades se acercan y ya todo el mundo no sabe hablar casi de otra cosa. Las calles ya tienen luces, las tiendas y los escaparates rebosan de decorados... Los migrantes españoles ya tienen sus billetes de avión comprados y te preguntan..."¿Vas a España por Navidad?"

Hace unos días con una amiga en un pub hablando de una amiga suya que vive en Londres y se fue para allá de au pair, casi la maldecía porque la chica había tenido mala suerte, la habían echado, estaba en la calle y ahora pensaba en buscarse la vida en la industria del sexo. Vamos, una situación calcada a la mía, la cual, mi amiga, sabe de sobra. La miré de malas maneras ya que me sentí ofendida por su falta de sensibilidad y empatía. Ella estaba empeñada que si la iba tan mal que se volviera a España. Yo la dije que quizás no podría. Se me volvió y me soltó "¿Cómo que no?", a lo que la respondí "A saber, lo mismo no se puede volver a España. ¿Sabes? La gente tiene problemas más allá del paro y del trabajo". Y ya se cambió de tema.

Una de las cosas que más me desquician de mi entorno de españoles en Reino Unido es la idealización de la familia y el trabajo como centro gravitatorio de la vida. Si quedas un día con esta gente (de pascuas a ramos) y te ven mala cara, te dicen que claro, que es del trabajo. Por más que a algunos les haya dicho que yo a Madrid no puedo volver porque tengo problemas personales (en los cuales nunca me explayo) ellos insisten en que en Madrid me puede ir bien y que la familia echa un cable. Llevo aquí ya más de tres años y creo que nunca he tenido unas relaciones tan jodidamente superficiales. De los únicos problemas que te van a hablar es del trabajo, y si un día por cualquier motivo tu te abres un poquito más de la cuenta ya te miran raro.

Supongo que no se trata sólo de este grupo de gente con el que me junto de vez en cuando, sino de la sociedad en general. Lo que pasa, que al final mis relaciones sociales en esta ciudad se han visto tan reducidas (no he tenido tan poca vida social ni tan pocos círculos sociales en mi vida) que ya me creo que esta gente es el resto del mundo.

Guys, I´m not gonna home in Xmas.

Hace poco me compré Trauma y recuperación de Judith Herman. La primera vez que cayó en mis manos fue hace cinco años en primavera, cuando luchaba día a día contra la muerte antes de mudarme a UK. Lo cogí de la biblioteca y lo leía por las tardes cuando me iba de casa. Ahora lo he comprado y está inglés. Lo que aprendí con este libro es la complejidad del abuso sexual infantil continuado por años y perpetrado por familiares. Herman es pionera al diferenciar de un acontecimiento traumático a un trauma prolongado. Con Herman el estrés postraumático pasa a ser estrés postraumático complejo cuando el trauma ha sido repetido en el tiempo, ya que las secuelas son más severas y el tratamiento de las mismas y la recuperación mucho más complicado. Cuando leí a Herman me invadían toda una serie de contradicciones. Por una lado me servía para seguir siendo cada vez más consciente de la gravedad de los hechos, de lo horroroso y retorcido que era mi pasado y todavía lo era mi presente; y por otro no me entendía del todo a mi misma, como podía llevar mi vida en según que aspectos con normalidad tras haber vivido un profundo terror. Cómo mi historia traumática era igual de traumática que la de un prisionero de guerra, y cómo se sigue silenciando a tantas víctimas en tantísimos hogares en los que se tortura. En los regímenes autoritarios se tortura, en la cárcel se tortura, en la guerra se tortura pero en muchísimos hogares también se tortura.
A la amiga de mi amiga la conocí en Halloween que bajó por un par de días y luego se volvió a Londres. Le pedí a mi amiga su número y así hablar con ella para poder darla consejos sobre dónde meterse y hacerlo de una manera medianamente inteligente dentro de la industria del sexo si necesita como agua de mayo salir adelante sin nada en otro país.

Aunque mi amiga siga embutida en su propia ignorancia y en su mundo de Disneyland, y siga pensando que su amiga puede volverse a España y que sería su decisión pasarlas putas en otro país, lo que debería saber es:

If the perpetrator of the trauma is a family member, home may be the most unsafe place she can choose.


miércoles, 16 de noviembre de 2016

Gritos en la noche



Una de las cosas que me suele decir mi compañera de piso por las mañanas es

"Anoche volviste a gritar"

No sé muy bien qué pensará ella de mis terrores nocturnos, o si acaso sabe que eso existe.

Esta mañana me ha dicho lo que me dice tantas otras mañanas. Y es que anoche no sólo grité, tuve pesadillas, me desperté bruscamente de una de ellas a la madrugada y fui incapaz de volver a coger el sueño. La ansiedad y el dolor me mantenían en vela, mientras me retorcía entre mis sábanas llorando.

Tengo miedo, la muerte de mi abuela me cayó sobre los hombros y sentimientos de angustia, dolor, aislamiento, culpabilidad e incertidumbre han florecido de nuevo, cuando ya en los últimos meses me encontraba mejor que nunca.

Esta madrugada pensaba en mi abuela, que cuando yo tenía 11 años pasó unos meses en mi casa al quedarse viuda, meses en los que los abusos cesaron por un tiempo al estar siempre ella presente. Mi abuela dormía conmigo en mi habitación, y durante esos meses pude retomar un poco el sueño, tras años de insomnio crónico como consecuencia de los abusos de mi hermano.

También pensaba en mi padre, en que desearía estar en su regazo, consolándole por la pérdida y recibiendo su calor. Incluso ahora siendo mayor, cuando mi padre está sentado en el sofá me gusta acercarme a él, posar mi cabeza en su pecho, mi brazo derecho sobre su barriga mientras su brazo derecho me acuna. Así, me siento querida y protegida.

Imprevistos

A veces ocurre que las cosas no salen como esperabas, y en el último momento todo da un giro inesperado. El viernes por la tarde vi un What´s app de mi hermano mayor en el que me decía que mi abuela paterna había fallecido. Le llamé y hablé con él, y mientras sucedía la conversación mi respiración se iba haciendo más intensa y no paraba de suspirar. Sentada en la cama empezaba la ansiedad a recorrerme por el cuerpo, y una vez colgado el teléfono la tierra se abrió y el pánico se apoderó de mí. Dando vueltas sin parar por la habitación y con dificultades para respirar, con sudores fríos, taquicardia... de repente cogí el teléfono y llamé a mi terapeuta. Rompí a llorar mientras le contaba lo sucedido, me tranquilizó y quedamos para la mañana siguiente. Tras hablar con él llamé a K, y en cinco minutos ya llegó a mi casa.

Si mi abuela no hubiera fallecido, hoy estaría con mis padres revelándoles el abuso.  Obviamente no es el momento de hablar de ello con mis padres, ha de pasar el proceso de duelo y arreglar de nuevo el viaje. Aunque ya me encuentre más tranquila, las presiones a cerca de cuando vuelvo, si iré por Navidad, y de por qué no hablo con mi hermano seguirán, y no tengo muy claro si voy a poder aguantar demasiado.

Hoy me encuentro más tranquila, con la mente más clara y mi determinación por verbalizar verdades para que yo pueda seguir adelante, va creciendo con el tiempo con más, y más fuerza. El fin de semana fue agotador, pero simplemente hay que postponer lo planeado un poco más. La decisión ya está más que meditada, ahora lo único que queda es trabajar un poco más en ello debido a este contratiempo.

martes, 25 de octubre de 2016

Cerrando ciclo


Hemos estado dos semanas sin una gota de lluvia. Increíble. Ya desde el sábado pasado, ha habido algunos chubascos alternandosé con sol. El otoño ha llegado y casi ni me he dado cuenta. No hace todavía demasiado frío, y sigo disfrutando del jardín cuando no llueve. Me gusta sentarme en la silla de madera a fumar, mientras miro el cielo, mientras miro la lavanda y el romero y otras plantas que hay en el jardín. Respiro y me relajo, mientras el colgador de bambú hace ese sonido tan agradable cuando hay brisa.

Apenas me estoy socializando en grupo y evito a toda costa ir al pub. No por nada, es que no me interesa lo más mínimo. No me apetece. Estoy muy a gusto yéndome al monte con K o yendo de recados con MG, mi nueva compañera de piso, que me está dando una vida y una gratitud tremenda dentro de las cuatro paredes de esta casa victoriana.

Todo fluye, en este otoño que se va asentando. Todo fluye para cerrar el ciclo de tres años de vida en la ciudad gris, todo fluye para romper toda una vida de silencio.

En menos de un mes probablemente vaya a Madrid a revelar el abuso. Ahora sólo queda cincelar fechas y estancias. Sólo queda cincelar con exquisita precisión las palabras que van a ir dirigidas a mis padres.

Mientras tanto yo sigo levantándome cada mañana, disfrutando de la suavidad de mis sábanas de algodón egipcio, disfrutando de mis desayunos mediterráneos en una tierra que apenas ve el sol. Salgo a la calle y disfruto del paseo de mi casa a la estación de autobuses cuando no llueve, por la tranquilidad de mi barriada y por las vistas al mar que me regala cuando bajo una de sus cuestas. Una barriada donde la basura, las jeringuillas usadas, los estudiantes, los migrantes y los yonkis habitan. Una barriada de otras tantas de esta ciudad gris, de este escenario postindustrial y decadente, victima del Thatcherismo.

Si todo va bien, dentro de poco haré las maletas rumbo al sur, y en mi día a día siempre habrá sol, frutas tropicales y unas aguas cálidas y azules en las que te puedes bañar en cualquier época del año. Me despediré con cariño de la ciudad gris que me ha acogido durante tres años y en los que he aprendido básicamente que he de quererme; y que el odio, la rabia y el daño hacia mí misma, no me corresponde, no me pertenecen.


lunes, 26 de septiembre de 2016

¿Cuando vuelves?

Este mismo sábado ya comienza el mes de octubre. Queda algo más de un mes, apenas unas pocas semanas. El ambiente ya esta caldeado, algo huelen, algo perciben, saben que debe pasar algo. No están exigentes, aunque de vez en cuando sale la pregunta...

¿Cuándo vuelves?

No voy a volver, por lo menos en un futuro cercano, no voy a volver.

Mis llamadas se van limitando, voy evitando el momento en que me toca coger el teléfono y hacer la llamada semanal a mis padres. A veces incluso cada diez días, a veces a las dos semanas...
Durante todo el verano he ido postponiendo y postponiendo a base de escusas baratas simplemente el hablar por telefóno o contestar unos what´s app.

Conversaciones demasiado banales respecto al tiempo, a lo que he comido, que intento que no duren más de diez minutos. Con mi padre es fácil, un poco de política española y ya está.  Mi madre es la difícil, siempre me hace más preguntas y quiere estar conmigo más tiempo al telefóno.

Ya no me pregunta por mi hermano. No sé muy bien cómo están las cosas en casa pero ya no me pregunta que por qué no le llamo. Aunque ayer hablé con él. Fue el cumpleaños de mi abuela, se reunieron para comer, y mi padre me pasó el teléfono con él. Yo estaba completamente embotada, la conversación duró muy pocos minutos y sólo le contestaba con palabras vagas y monosílabos. El me dijo que qué le pasa a mi teléfono, que intenta contactar conmigo pero no hay feedback. No es el teléfono gilipollas, no quiero saber nada de tí. No sé si te vas dando cuenta de lo que pasa, no lo sé, pero el control de mi vida lo tengo yo, ya no lo vas a tener tu nunca más.

Mi hermano mayor me escribió hace poco diciéndome que lo que me hizo mi hermano mediano está mal, mal no, peor; pero que poco a poco debería hablar con el. No le contesté. ¿Acaso no le quedó claro cuando hablé con el que quiero a mi hermano mediano completamente fuera de mi vida? ¿Acaso pretende que yo actúe como si no pasara nada y siguiera interpretando el papel de que mi familia es normal y he tenido una infancia feliz? No estoy enfadada con el, y debe ser muy duro para él todo esto, pero le dejé muy claras las condiciones.

Hablé con M diciéndola que la revelación quiero que sea en noviembre. Cada vez va quedando menos tiempo, y por un lado me encuentro agitada, pero por otro quiero que llegue ya, quiero quitarme toda la mierda que he ido arrastrando toda la vida, toda una mierda que no me corresponde cargarla.

Este fin de semana ha sido particular. Se me ha ido acumulando más tensión debido al mensaje de mi hermano mayor y el hablar por teléfono con mi hermano mediano el cual no le había vuelto a hablar desde que estuve en España por una semana el mes de junio. Sumado a que me bajó la regla con mucho retraso y el retraso trajo consigo calambres en el útero y dolores en las articulaciones. Y fumar marihuana, cosa que no debería haber hecho y no debo hacer para tener la mayor claridad mental posible de aqui en adelante para hablar con mis padres.

Queda poco, queda muy poco. Va a ser doloroso y tengo mucho miedo especialmente a la reacción de mi madre la cual es posible que sea agresiva. A veces tengo pesadillas con ella. A veces sueño que es compresiva y tierna. Con mi padre tengo fe, aunque como dice mi terapeuta no puedo albergar sueños o esperanzas. He de prepararme para lo peor. Pero voy a estar en todo momento acompañada de M, y después, pase lo que pase me iré a Canarias a empezar de nuevo.

Tengo toda una vida por delante y no pienso volver.

domingo, 28 de agosto de 2016

Sobrevivir


Lleva ya unos cuantos meses, en concreto los últimos, sintiéndome bastante bien. Ahora pienso que cómo es posible que haya vivido toda una vida en constante alerta, miedo, ansiedad, depresión... No es vida, en absoluto que no es vida. No es vida no poder dormir, o dormir con pesadillas, terrores nocturnos... No es vida sobresaltarte por todo, por un pequeño ruido, sentir una inquietud constante, tener ataques de pánico. No es vida no quererte ni lo más mínimo, odiarte hasta tal punto que no importe cuantas veces sea tu cuerpo corrompido, cuantas veces te autolesiones, cuantas veces te pongas en situaciones límite en las que tu vida corre riesgo. No es vida llorar a escondidas, sintiéndote vacía y muerta, esperando al abismo a que te devore y que no salgas de allí ya nunca.

El último año de estar en España estuve luchando constantemente contra la muerte. Era ya demasiado consciente de los abusos, no podia seguir viviendo con mi familia, no podia seguir día a día conviviendo con él. No sé de donde saqué las fuerzas para seguir adelante en medio además de una crisis económica en las que tanto mi independencia económica así como mis ambiciones académicas y profesionales se fueron directamente a la basura. Me pasaban las tardes vagando de aquí para allá fumando marihuana. Cogía autobuses que no me llevaban a ningún lado, iba a todas partes y a ninguna con tal de no estar en casa. Tardes en las que el anonimato de la gran ciudad me oferecía refugio. En invierno los autobuses y las bibliotecas públicas fueron mis lugares de resistencia, con el buen tiempo los parques.

Las imágenes en las que me veía a mi misma metiéndome un tiro o haciéndome rodajas los brazos eran constantes. Era incapaz de concentrarme en casi nada, todos mis esfuerzos y energías se dirigían a ir sobreviviendo.

Hace unos dias haciendo limpieza en el ordenador me encontré con esté poema que escribí seguramente una de esas tardes


Vidas ficiticias
vidas fingidas
vidas periféricas
vidas vacías.

Vidas sin ser sentidas
repletas de heridas dolidas
Vidas que huelen a bilis y a sangre
vidas que se consumen hasta desgastarse

Vidas disociadas
desamparadas y abandonadas
Vidas que rezuman odio
esperma caduco

Vidas ancladas en la muerte



miércoles, 24 de agosto de 2016

El verano se está acabando


El verano se está acabando y casi ni  me he dado cuenta; aunque para ser sinceros, en Reino Unido el verano no existe. El verano, esa época del año en la que los días se estiran y se pasa demasiado tiempo en la calle, en la que se hacen planes para ir a la playa, a un festival...

El verano se está acabando y muchos de sus fines de semana han estado llenos de nada.

El verano se está acabando y sigo con G en la misma situación del principio.

El verano se está acabando y sigo limpiando y con el salario mínimo.

El verano se está acabando pero vivo con una tranquilidad que nunca he tenido.

Tranquilidad que a veces se tambalea, viéndose remplazada por el miedo, la ansiedad, la tristeza... Eso pasa cuando hablo con mi familia. Eso pasa cuando mi hermano mediano me escribe y me llama, y yo no le contesto. Nunca lo he hecho, pero fue volver de España en junio y no podía, era incapaz de devolverle la llamada o escribirle. Mi madre me llamó la semana pasada diciéndome que por qué no hablo a mi hermano.

El verano se está acabando y mis padres se piensan (o quieren pensar) que voy a volver en cuando termine.

El verano se está acabando y mientras tanto, voy diseñando la estrategia de revelación del abuso a mis padres.

Hay días que me siento muy fuerte y plena, pensando que por muy dura que pueda ser la confrontación y la revelación, merecerá la pena. Que no estoy sola, que tengo personas que me van a acompañar en el proceso.

El verano se está acabando pero he empezado terapia.

El verano se está acabando pero posiblemente cuando me vaya de Reino Unido me mude a las Islas Canarias, donde siempre es verano.

El verano se está acabando pero yo estoy empezando...

A vivir.


domingo, 19 de junio de 2016

Primera confrontación


Aterricé en Madrid hace trece días. Hace cuatro que volví al Reino Unido. La verdad que no tenía ni la más remota idea que fuera a suceder lo que sucedió. No sé del todo bien para que fuí, pero digamos que para tantear el terreno, más que de visita. 

Llegué y nada más llegar me sentía segura de mí misma, con una seguridad que nunca he experimentado estando en mi casa. Una seguridad como respuesta a una sensación de realidad que nunca he experimentado en España. Estar segura de que mi pasado fue real, que los abusos fueron reales, que mi hermano mediano es el responsable. 

A pesar de ello, nada más pisar tierra española esa seguridad estuvo acompañada de ansiedad, depresión, pánico, disociación... Pero dentro de mí había una voz que me decía "para adelante, para adelante, quiero vivir... " Los primeros tres días estuve como ida, demasiado ida...

No podía más. Sentía que iría a explotar, era incapaz de mantener conversación con alguien de mi familia, apenas hablaba. El tercer día quedamos para cenar fuera mi madre, mi hermano mayor y su novia. Yo le miraba a él de reojo, pensando " se lo tengo que decir, se lo tengo que decir"

Al día siguiente llamé a M. Estuve llorando en toda la conversación, diciéndola que no podía más. Le dije que quería hablar con mi hermano mayor. Me dio ánimos, muchísmos ánimos. Escuchar su voz y sus palabras me dió fuerzas. 

El viernes se lo conté a H y a L por primera vez. Se quedaron atónitos, y tuve su apoyo durante todos esos días. 

Tenía planeado hablar con mi hermano mayor el lunes, ya le había hecho preguntas sobre su rutina y ya sabía que podría quedar con el lunes por la tarde, y pasara lo que pasara mi vuelo a fin de cuentas era al día siguiente. Tenía fé, muchísima fe depositada en él y el apoyo de mis amigos. 

Se iba acercando el día y yo estaba nerviosa, pero a la vez con una determinación desmesurada. El domingo por la noche le envié un mensaje diciéndole que quería quedar con él a solas, en un sitio tranquilo, que era importante. El lunes por la mañana le llamé para concretar el encuentro. 

Estábamos en un parque del barrio de mis padres. No sabía ni cómo empezar, empecé a llorar a mares hasta que lo dije, y durante toda la conversación estuve llorando y sozollando. 

- J abusó de mí
Mi hermano mayor se quedó a cuadros, dudaba,daba vueltas, me hacía preguntas, se levantaba y se sentaba y se levantaba y se volvía a sentar. Me creyó, me dijo que tenía su apoyo, que no era mi culpa y  que podía contar con él para lo que fuera. No lloró ni una lágrima, pero estaba totalmente descompuesto, tenía naúseas y se agarraba al corazón porque le dolía el pecho. 
- ¿Y tú que quieres?
- Vivir mi vida. Quiero a J fuera de mi vida y no quiero vivir en Madrid. Me sangra todo cuando ando por sus calles. 
- Necesitarás un psicólogo, ayuda para salir adelante. 
- Lo sé, eso te deja rota, te destroza. Eso me ha traído muchísimos problemas. Te doy barra libre si necesitas apoyo y quieres contárselo a alguien.
- No, esto no se lo voy a contar a nadie, y mamá y papá no lo pueden saber.

(No era el momento para hablar sobre la confrontación con mis padres, pero por supuesto que la voy a hacer. )

-¿Quiéres que hable con J?
- No es necesario. Yo no voy a meterme ahí, es tu hermano. Pero yo no le quiero en mi vida. 

Para nada tenía en la cabeza cuando fui a España hablar de ello con mi hermano, salió de dentró de mí, no podía más. Después de hablar con él, me sentí liberada, una sensación de felicidad, libertad y paz interior que no había experimentado nunca en la vida. Sin embargo al día siguiente una pequeña sensación agridulce salía de mi estómago extendiéndose por el resto de mis músculos, la culpa se había reinstalado en mi cuerpo. Tras varías respiraciones profundas  pensaba que su dolor no me correspende, no es mi responsabilidad ni mi culpa que mi hermano mayor sepa la verdad. Empatizo con su dolor, con su duelo, pero yo he sido la vícitima y no la perpetradora. 






miércoles, 1 de junio de 2016

Vicious circle

For a moment, she saw her love anxieties as resembling those of a drug addict, of alcoholics, of glambers. The same irresistible impulse, tension, compulsion and then depression following the yielding to the impulse, revulsion, bitterness, depression, and the compulsion once more... 

A spy in the house of love. Anaïs Nin.



miércoles, 25 de mayo de 2016


Cuando te sientes deprimida todo tu cuerpo pesa mucho más de lo que es. Tus músculos se entumecen, tu nivel de energía está por los suelos y una sensación de bloqueo hace que te quedes paralizada. Recoger la cocina o hacer la cama puede llegar a ser todo un reto. 

Hoy me siento triste, terminar el curso y hacer los exámenes me ha dejado cierta sensación de vacio y tardes en las que he de buscarme qué hacer. Pero a pesar de ello llevo muchos días sin tener pesadillas. Para mí lo normal es pasar las noches en una continua batalla con mi propio inconsciente. Anoche tuve insomnio, y creo que también es por ello que hoy me encuentre de capa caída. Dejando de lado que anoche me costó más de la cuenta coger el sueño, estoy maravillada conmigo misma el que lleve tres semanas sin tener pesadillas. Supongo que el seguir trabajando con ciertos hábitos ayuda también a que mi inconsciente se relaje por las noches. 

Hay toda una serie de hábitos que me han ayudado a paliar parte de las secuelas de los abusos:

1. No emborracharme como si no hubiera un mañana. 
Cada vez salgo menos, cuando salgo apenas bebo, y si bebo algo más hago las tomas muy espaciadas en el tiempo y tomo menos cantidad de lo que he estado haciendo durante años. Desde los 13 hasta los 24 años he estado emborrachándome sin mesura, perdiendo el autocontrol, vomitando, teniendo lagunas de memoria... Ahora no lo hecho de menos en absoluto, de hecho el cambio fue en cierto modo paulatino pero no buscado. Es raro, no me propuse nada, simplemente me cansé. 

2. Dejar el consumo diario de marihuana
La paranoia, los pensamientos negativos obsesivos, y los ataques de pánico se han visto considerablemente reducidos al dejar el consumo diario. De vez en cuando fumo, y lo disfruto, pero tengo bastante control sobre ello y en absoluto lo echo de menos el consumo diario. Dejarlo me costó bastante, y de hecho tuve una pequeña recaída al alcohol como sustitutivo. 

3. Hacer yoga
El yoga me deja nueva. Cuando salgo de clase me siento con los pies en la tierra, con mi alma abierta al cielo, relajada, agradecida, y con una sensación de bienestar muy similar al sexo con conexión emocional. 

4. Quedar con K
Puedo estar horas y horas con ella. Por muy gris que sea esta ciudad y por muy gris que sean a veces los días, sus ojos azules, su alegria y sus abrazos me hacen sentir segura y querida. Poder compartir mi duelo (y su duelo), mis dudas (y sus dudas), mis miedos ( y sus miedos) y mis triunfos (y sus triunfos) con otra superviviente hace que la vida sea mucho más bonita. 

5. Pasear en la naturaleza
Mi hábitat ha sido durante toda mi vida el asfalto y el bullicio de la gran ciudad.Pero a poco que salga de la ciudad gris me encuentro con playas vírgenes, corderos y vacas, una explosión de verdor y flores ahora que estamos en primavera. Me da muchísima tranquilidad, me centro más en el presente, y me siento más conectada al universo. 

6. Tener unos horarios a la hora de acostarse y levantarse
Siempre he intentado mantener una rutina medianamente equilibrada en esto, pero desde luego que ahora mismo soy mucho más estricta y ello además me beneficia en mi calidad de sueño.

7. Saber que estoy segura
Lo malo ya pasó, la confrontación va a ser muy dificil pero lo peor ya pasó. Soy una mujer adulta con todas las herramientas necesarias para poder reconstruir mi vida. He estado pensando en volver a mi hogar pero volver a la línea del frente sería un retroceso enorme para mi recuperación. Ni siquiera sé si eso ha sido un hogar, quizás pueda llegar a serlo o quizás no. La incertidumbre y las dudas asustan, pero no puedo dar nada por seguro hasta que no sepa cual va a ser su reacción. Pueden negarlo, pueden decir que me lo he inventado, pueden seguir como si no hubiera pasado nada. Puede que me dejen de hablar. Puede también que sea agredida físicamente (especialmente por mi madre y por mi hermano mediano, a fin de cuentas lo han hecho durante años). Puede que mi hermano mayor me apoye, puede que mi padre mi apoye. Puede pasar esto o lo otro, pueden pasar muchas cosas, pero no puedo estar segura de ninguna y he de estar preparada para lo peor. 



sábado, 7 de mayo de 2016

Amor inmaculado


Cuantas tardes habré pasado sin hacer nada, fumando y bebiendo café o infusiones para que simplemente pasen las horas. Cuando hace mal tiempo tampoco importa demasiado, ya que es todo un ejercicio de valentía salir a la calle y abrirse paso entre la oscuridad, la lluvia y el viento. Se ha quedado una tarde espléndida, con el cielo parcialmente nublado y un sol de poniente que ilumina las fachadas de las casas. 

Qué absurdo es estar tirada en el sofá imaginando que cosas podríamos hacer juntos en una tarde primaveral como ésta. Qué absurdo es ser consciente del paso del tiempo y saber que todo sigue igual, que todo está como cuando empezamos, si es que se puede empezar algo en una realidad que sólo corresponde a dos. Qué absurdo es pensar en un amor del que no se puede hablar, del que no se puede ver. 

Qué absurdo es quererte y no poder. 

Recuerdo la primera vez que te ví, fue entrar por la puerta y se me clavó tu mirada, me penetró y se quedó dentro de mí. Recuerdo la segunda vez que nos vimos, y cuando salías del bar una vez que te despediste era tu mirada la que seguía prendida de mí, una mirada que quería quedarse. Tu no te dabas cuenta pero yo te seguía en el reflejo del cristal. 

Y pasaron los meses y siguieron las miradas, las salidas cómplices los dos a solas a fumar mientras el resto estaba dentro.  Y al poco tiempo el desnudo integro emocional, el llanto, la búsqueda de consuelo, el entendimiento mutuo.


Después vino el sexo salvaje 

Orgasmos con calambres en las piernas

sábanas chorreando

quejidos post sexo.


Declaraciones de amor de amantes clandestinos


Pero eso no importa

ya que a veces pienso que no te fias

porque me ves como fiera salvaje

(aunque estoy domesticada)



Y hay dias que no te quiero ni mirar

y no es por enfado

ni miedo

Sino hambre

Hambre de zambullirme en tus ojos

de permanecer en tu mirada

de querer quedarme ahí el resto de mi vida


Y hay días que me sacas de quicio

por tu impulsividad

tu poco sentido del ridículo

el no querer crecer

Pero es ahí es donde me veo reflejada


Te voy a contar un secreto

Llevo años guardando en frascos de cristal

un amor inmaculado




lunes, 25 de abril de 2016

Horizonte


Mucho tiempo he pasado dentro de las paredes de la casa en la que vivo actualmente. Las manchas de la humedad han ido creciendo a lo largo de los meses, y durante los dos inviernos he ido luchando contra el moho con un bote de lejía y un trapo en mis manos. Mi casa se cae a cachos de manera literal. Una gran grieta atraviesa de manera horizontral el techo del salón, arriba está mi habitación. Mucho tiempo he pasado en todas las casas que he vivido en la ciudad gris. Aquí a las seis de la tarde ya no hay nada que hacer, y  durante el otoño y el invierno llueve  a diario. No hay muchas opciones de hacer vida social. Mis amigos son cada vez menos, la gente se va yendo...

Ha habido etapas en el tiempo que he vivido en esta ciudad de demasiado aislamiento. Epocas en las que he estado sola en la casa o bien conviviendo con personas con las que no tenía relación de ningún tipo. Epocas en las que trabaja sola sin compañeros. Epocas en las que por unos motivos u otros era complicado incluso echar un café con alguien. Algunas de esas épocas mis energias se centraban en haber cómo me las arreglaba para poder ver a alguien y comunicarme. A veces se juntaba varios días en los que no había tenido mingún tipo de contacto humano. Otras veces simplemente eran interacciones superficiales, con personal de la biblioteca, la cajera del supermercado o el yonki de turno que me pedía un cigarro. Recuerdo un yonki el cual ni siquera podía entenderle, es conocido por mi zona y no precisamente de buena reputación. Simplemente le dí un cigarro y le dí algo de coba, aunque no entendía lo que me decía y lo poco que llegaba a entender no tenía ningún sentido. Veía que la cosa se alargaba y ya le dije que me tenía que marchar. Me agarró la mano y me sonrió, yo me quedé paralizada, y no por una sensación desagradable, en absoluto, todo lo contrario; sentí calor humano, llevaba días sin que nadie me tocara o me sonreía. 

El aislamiento es un método de tortura, el aislamiento genera paranoia, se piensa demasiado, te vuelve egoísta. Cuando llevo tiempo sin estar con nadie o con alguien que sea más o menos de mi confianza, es estar con alguien y no hago otra cosa que hablar de mi misma. Quizás he estado varios días lidiando incluso con cosas de lo más triviales, y es ver a alguien y tener una necesidad imperiosa de que me escuche y tener un feedback, un segundo punto de vista. 

Si hay algo por lo que quiero salir de esta ciudad lo antes posible es por el aislamiento, la soledad. Siempre he tenido una especie de sentimiento crónico de soledad, pero en este caso se trata de una soledad real; no es que me sienta sola, sino que estoy sola. Dos años y ochos meses he estado viviendo aquí. El primer año fue una aunténtica locura: tres deshaucios, intoxicaciones etílicas semanales, una sobredosis de éxtasis, no manejarme con el idioma, consumo diario de marihuana, trabajo sexual... Allá a donde fuera iba con dos ojos a mis espaldas, no me fiaba de nada ni de nadie. Tenía pensamientos de lo más delirantes y paranoicos, pensaba que todo el mundo estaba en contra mía. El segundo año la cosa se fue estabilizando, y el tercer año, o sea éste, me siento como si estuviera en una barca en medio del mar. 

Lo curioso es que parte de la conducta autodestructiva la he ido trascendiendo el tiempo que he estado viviendo aquí. Irme de mi casa e incluso de mi país me ha servido para bien. Pero me quiero ir de aquí. En un mes son los exámenes, ya no habrá más clase. Dos tardes a la semana que paso con gente en un mes ya terminará. Las clases también me atan a la realidad. A pesar de todo esto he de decir que llevo unos meses con mucha serenindad (quitando la crisis nerviosa de hace un mes), y parte de ello se debe a que mi rutina consta de hábitos saludables. Es raro que me apetezca beber aunque la gente persista. Me cabrea de una manera monumental que la gente te obligue, te diga qué te pasa que no quieres beber e incluso se burle de tí porque estés con un zumo o una Coca Cola. A veces me apetece y bebo, pero en contadas ocasiones. Directamente no me apetece, no echo de menos emborracharme. He dejado el consumo diario de marihuana, y aunque no lo tenga del todo resuelto como el alcohol, estoy muy satisfecha con el trabajo que llevo realizado. Hacer más deporte, empezar con yoga, baños calientes, no trasnochar... Todo ello ha servido para paliar mi ansiedad. 

Pero a pesar de todo, algo que no llevo nada bien es que las pesadillas no se van. Puedo haber tenido toda una semana de lo más tranquila, sentirme bien pero por la noche todo se viene abajo. Es una sensación extraña. A veces pienso con total tranquilidad que en cuanto termine examenes y zanje la burocracia y la mudanza me vuelvo a España. Que allí voy a estar bien, que ahí no pasaré días sin contacto humano, que ahí voy a tener sol todos los días, que voy a tener un trabajo y que mis problemas familiares se van a solucionar. A los cinco minutos puedo pensar que es una aunténtica locura, que no puedo volver al mismo lugar y con la misma persona que me ha hecho pedazos durante años, que lo mismo no encuentro trabajo. 

Delante de mi hay una cristalera donde se va el mar y el horizonte. Yo lo veo, veo el horizonte, pero soy incapaz de salir, me doy cabezados contra el cristal. Es un alivio, sigue siendo frustrante pero es un alivio, a fin de cuentas veo un horizonte. He estado toda mi vida sintiéndome atrapada en un pozo sin fondo y ahora veo el mar. 


sábado, 2 de abril de 2016

Volver


No sé muy bien si me he despertado porque el cartero llamó a la puerta, por la claridad, o por el ruido de la lluvia. La cuestión es que me he despertado, con esa sensación pesada de saber que sigues ahí, en la ciudad gris.

Son dos años y medio los que llevo aquí, y este verano tenía que ser el punto y final de esta etapa. Sin saber muy  bien por dónde ir, agobiada por el dinero, la precariedad laboral, la situación familiar... No pensé en nada, no quería pensar en nada, sólo centrarme en el presente, pero los meses iban pasando... 

Decisiones mal tomadas en el último momento han puesto todo patas arriba, dejándome desnuda cara a cara con lo que me da más miedo. Con lo que más me preocupa. Me desmoroné, caí, me rompí y me ví vulnerable. Me vi rota y descompuesta en miedo de la ciudad gris, un lugar que no me pertenece y que nunca me ha pertenicido. Un lugar en el que me veo ahora como cuando empecé, acompañada por la lluvia y la soledad.

Fui a España y me dí cuenta por primera vez desde que me fui que tengo que volver para poder resolver mis problemas familiares, que no puedo postponer más la vuelta a Madrid, que después de la ciudad gris no puedo mudarme a otra ciudad, que tengo que ir a Madrid. Que en Madrid hay mucha gente a la que quiero, que el proceso será complicado y duro pero tengo que volver. Que quiero recuperar y luchar por mi familia. Que echo de menos a mis padres, que quiero con locura a mi hermano mayor. 

Que quiero recuperar a mis amigas de la infancia y de la adolescencia. Quedé con algunas de ellas cuando fui de visita, habían pasado algunos años desde la última vez que nos vimos. Fue como si el tiempo no hubiera pasado, la confianza el cariño seguían ahí. Hablar sin tapujos y con mucho sentido del humor de nuestros fracasos sentimentales, sentir estando con ellas una madurez que nos llegó a todas antes de tiempo, compartir un sentimiento de duelo por la pérdida prematura de la inocencia. 

miércoles, 30 de marzo de 2016

Pasión, muerte y resurrección.


Hacía mucho tiempo que no tenía una crisis nerviosa tan grave. Hacia tiempo que no tenía varias noches en vela de seguido, temblores, sudores, taquicardias, pensamientos oscuros... Quizás hacia un año o algo así, para mí los ultimos meses han sido bastante tranquilos, he mantenido una serenidad muy reconfortante. 

Se me juntaron varias cosas en pocos días: visita a España, ver el suicidio de una vecina, tener el vuelo de vuelta el mismo día de los atentados, cambio de trabajo y no salir bien y quedarme desempleada, volver a estar sola en la casa, estar sin móvil, bajada del nivel de progesterona dando lugar al sangrado menstrual... 

Mis dias en España se han caracterizado por mantener el control en todo momento, por estar en un continuo estado disiociativo,  repetirme a mí misma como un mantra que ya no estoy en peligro, que estoy segura. Todo un malabarismo emocional que estalló nada más volver al Reino Unido.

Una Semana Santa rebosante de pasión, muerte y resurrección.



Foto tomada en un parque cerca de mi casa. Hace casi ya un año se quitó la vida un adolescente en el mismo sitio donde se le ha hecho este hermoso altar. Cuando limpiaba en el colegio había fotos suyas repartidas diciendo que estaba desaparecido. Siempre que miraba la foto me entraba una profunda tristeza. Mi supervisora del colegio y a su vez gran amiga, se puso en contacto con las autoridades porque encontró al adolescente desaparecido. Pero le encontró sin vida, ahorcado en un árbol, en el parque. 



lunes, 11 de enero de 2016

Pandemia

Supongo que hay muchas cosas que marcan una gran diferencia entre España y Reino Unido. Los españoles valoran que es menor el desempleo y que no hay tanta corrupción, aunque luego en el día a día se estén quejando contínuamente del tiempo y de la comida. A mí lo que me llamó poderosamente la atención cuando llegué a vivir aquí, es el tratamiento que hay desde las instituciones y la visibilidad social hacia la violencia sexual.

El tema se ve, se respira en el ambiente. Una vez hablando con amigos sobre el abuso a menores, los españoles decían que aquí hay mucho pederasta. Yo dije que las cifras en Reino Unido y en España eran similiares. La gente se calló, me miraron como si fuera una extraterrestre y se cambió de tema. Las estadísticas son las mismas tanto en España como en Reino Unido, el problema está en que en España es un tema tabú y aquí en Reino Unido se lleva trabajando desde hace muchos años. Me resulta impensable que en España viera en el andén de un tren un anuncio del gobierno en el que aparecía el teléfono de asistencia a vícitimas de violencia sexual, que en una ciudad pequeña como en la que vivo hay que yo sepa hasta diez asociaciones que dan soporte a víctimas de violencia sexual. En las redes sociales y en los medios de comunicación es un tema que sale con bastante frecuencia, y las personas famosas dan su testimonio.

En España en comparación, el asociacionismo es mínimo, y en los movimientos sociales feministas en los que he andado medio metida mis últimos años de estar en España se trabajaba el acoso sexual callejero, había de vez en cuando alguna pincelada a las agresiones sexuales y el abuso sexual a menores era directamente inexistente. Y qué decir de las instituciones políticas, educativas y sanitarias si no hay una base social lo suficientemente sólida y fuerte que empuje las demandas.

Cuando me puse a investigar sobre abusos a menores y leía en diferentes publicaciones las estadísticas, siempre veía más o menos la misma incidencia: una de cada cuatro en el caso de las niñas y uno de cada ocho en el caso de los varones. La primera vez que ví eso por un lado me horrorizé, al ser consciente de que era una jodida pandemia. Pero por otro me tranquilizé, al saber que aquello que a mí me había ocurrido era algo relativamente frecuente y normalizado; me quitó un profundo peso de encima, me hizo sentir de alguna manera que no estaba tan estigmatizada, que había muchísima gente como yo.

El viernes pasado quedé con una amiga. Su madre ha tenido tres infartos en los últimos meses, tiene ya 80 años y seguramente pase a mejor vida en un futuro inmediato. Me contaba que el estado de su madre ha removido las relaciones familiares. La veía nerviosa, según avanzaba la conversación se iba agobiando más hasta que rompío a llorar. Me contó que su hermano abusaba de ella y que su madre la maltrataba, que se siente horrible al desear que su madre se muera para que al final ella pueda vivir tranquila. Entre abrazos y sollozos la dije que la entendía perfectamente, que en mi caso también era mi hermano el que abusaba de mí y que además de ello tuve que criarme con una figura materna que me insultaba, me gritaba, me amenazaba y me golpeaba.

Va pasando el tiempo y cada vez me veo con más fuerza y determinación no sólo para seguir adelante con mi vida, sino para trabajar luchando contra esta pandemia.

martes, 5 de enero de 2016



A veces queremos estar ciegos ante las evidencias que son desagradables y duelen, no queremos poner nombre y apellidos a momentos traumáticos que estamos viviendo, no los aceptamos ni los vemos como tal.

Ayer ella cogió un avión para volver a España a vivir, o mejor dicho, a Euskal Herria. Volver a su tierra, a su casa. Fue todo de repente, una decisión de la noche a la mañana empujada por el miedo y los nervios. Una decisión ante todo valiente. Ahora ella estára bien.Ha sido hoy cuando he empezado a asimilar que ella ya no va a vivir aquí, que está ciudad gris cada vez va quedando más vacía. Voy a echar mucho de menos su ausencia, pero por otro lado me hace muy feliz que vuelva a casa. Estoy cansada por el estrés de estos días de atrás y me siento triste, no sólo por su ausencia, sino por cómo los acontecimientos se han desencadenado de tan malas maneras. Pienso que quizás podría haber hecho algo para que las cosas hubieran sido de otra manera.

Ellos se conocieron en una discoteca hará año y medio. Yo iba borracha como una cuba, salí sola a la terraza a fumar y me puse a hablar y a decir estupideces a un grupo. Entre ellos estaba él, ella y él se conocieron y desde entonces hasta ahora. Desde un principio ella confiaba en mí a la hora de hablarme de las discusiones que tenían, que el se rayaba demasiado por cosas que no importaban, que era muy dependiente... En los primeros meses él quería más de ella pero ella no estaba del todo segura. Su relación era un constante discutir y reconciliarse. Hubo un momento en el que lo dejaron pero a los pocos días volvieron.

Los últimos cuatro meses la he visto cada vez más triste, más apagada. Siempre que la veía la decía. "¿Estás bien? Te veo muy apática, sin ganas de hacer nada. Te veo demasiado agobiada por cosas que no merecen la pena agobiarse de esa manera."

Otra amiga nuestra vivía con ella y con su novio. A ella le preguntaba cómo veía la relación, que si le contaba algo a ella, que yo la notaba demasiado agobiada. Me solía contestar que no le hablaba mucho del tema y que tampoco quería meterse donde no la llamaban. Entonces yo me quedaba en un mar de dudas, pensaba en que necesitaba un segundo punto de vista de alguien que también la conociera, pero por otro lado no quería romper la confianza que había depositado en mí, no sabía si debía contar cosas que sólo a mí me había contado. A veces yo misma pensaba que quizás yo era demasiado feminazi y simplemente no tolero cómo son y en qué se basan las relaciones de pareja.

Ella quería volverse a España, a él no le importaba mudarse a España y dejar Reino Unido, pero ella no veía claro un futuro con él. Pero en las últimas tres semanas las cosas se fueron poniendo feas, ella me contaba en detalle las discusiones que estaban teniendo y la dije claramente que le echara de casa, que había cruzado la línea, que eso no era amor, que eso era maltrato. El no quería irse hasta que tuviera casa, a ella le ofrecí varias veces que se viniera a mi casa, que iba a estar mejor. Me decía que no. Yo no sabía que hacer.

Después de estos días lo que me queda claro es que los asuntos íntimos y privados de las parejas hay que hablarlos entre amigos, que estoy harta del "ahí no debes meterte porque eso es asunto de la pareja en cuestión" y se cambie de tema. Que se podría haber evitado un desenlace tan trágico si hubiera más comunicación,