sábado, 28 de enero de 2017

Nuevo ciclo

Muchas cosas han pasado desde que no paso por aquí...

Ya no vivo en la ciudad gris, vivo en Madrid. Ya no vivo en la casa victoriana, vivo en un bloque de trece pisos en Madrid. Ya no vivo con gente que viene y va de diferentes nacionalidades, vivo con mis padres. Ya no albergo un secreto corrosivo, ni quedo a escondidas para acostarme con mi amante.Ya no quedo con el señor malagueño para contarle mis traumas (aunque le hecho de menos), ahora mi terapeuta es otra y trabaja en un centro especializado en Madrid.

Cuando me marché no lo hice por una decisión meditada, en absoluto, fue algo espontáneo fruto de cierta borrachera emocional tras hablar con mis padres. Mi alma se abrió y salieron volando cientos de mariposas de diferentes colores. Además de eso, necesitaba como agua de mayo salir de la ciudad gris, salir de esa relación que me traía más problemas que alegrías y volver a un sitio con sol.

Me mudé antes de Navidad, y la Navidad trajo más conflicto que reconciliación.

Ahora busco trabajo en un mercado laboral que sigue igual de putrefacto que cuando me marché, intento vivir relajada dentro de lo posible en el hogar patriarcal, y no hago ni pizca de caso de la cantidad de sandeces que puedan llegar a decir o pensar mis familiares, aunque me duelan.

Me voy de casa cuando mi hermano viene de visita, y aunque mi familia no quiera entender la verdad por pura debilidad y cobardía, eso no cambia mi determinación.

Mientras tanto toca de nuevo adaptarse a las distancias y el bullicio de Madrid, que me resulta frustrante y agotador en ocasiones, sentir que no puedo escapar de la gran ciudad ni respirar y echar de menos la playa y el verdor de la ciudad gris, y su tranquilidad que me resultaba aburrida.